La niña se casó «enamorada» y lo denunció «porque miraba a otras»
La fiscal mantiene la petición de 11 años para el joven rumano acusado de abusos sobre una menor
El juicio contra el vecino de LaSeca de nacionalidad rumana Marius I. B., sus padres y ex suegros, por un delito de abusos sexuales continuados sobre la que fue su esposa, menor de 11 años, tomó ayer un giro inesperado. La Audiencia Provincial, y sobre todo el Ministerio Fiscal, chocaron de frente con una realidad extendida por todo el territorio europeo y no menos por el nacional: la cultura y las costumbres de una etnia que se rige desde hace siglos por su ley, la ‘Ley Gitana’.
La Audiencia tomó declaración a la menor, quien aseguró que se casó, en mayo de 2014, «enamorada», y que sabía las consecuencias del matrimonio. Ente ellas los hijos, aunque en un primer momento «no quise tenerlos», dijo. Según su versión, los dos se conocieron en la red social Facebook. Ella mintió en su perfil: aseguró que tenía 26 años cuando sólo había cumplido 11.
Tras una fugaz relación de novios –dos días–, se casaron. Una pareja entre menores –él tenía 17–, como tantas otras entre gitanos rumanos. «Habrían pasado desapercibidos y habrían vivido con toda normalidad en La Seca», aseguró el abogado defensor, «y ahora tendrían uno o dos hijos», aventuró.
Celos
Pero la niña, que ha acreditado sentimientos a flor de piel, era celosa. Tras un año de convivencia lo denunció por malos tratos, y de esa denuncia se originó el proceso. Una instrucción que se inició con investigaciones sobre la posible compra de la niña a su familia por una cantidad indeterminada –se especuló entre 10.000 y 17.000 euros–, y terminó con la acusación de abuso sexual continuado sobre una menor, un delito muy grave cuando se trata de una niña de 11 años. Ese intercambio de dinero, que no es objeto del juicio, habría formado parte de los tradicionales acuerdos entre familias de cultura calé, como las dotes, aun cuando la fiscal apuntó que eso «no ha quedado del todo claro».
Sin embargo, él no la había maltratado, reconoció la menor. Ella viva ahora con otro marido en Sevilla, de quien se quedó embarazada con sólo 14 años –ahora tiene 15 recién cumplidos–. «Me enfadé con él porque miraba a otras chicas», confesó ante la sala.
Uno de los aspectos que el proceso trata de dilucidar es si Marius y sus padres conocían, o no, la edad real de la niña. Ella declaró que llevaba la documentación siempre consigo, y que no la mostraba a nadie. Ellos dicen que ella aparentaba mayor, y que creían que tenía al menos 16 ó 17 años.
Un extremo que confirmaron dos médicos forenses que reconocieron a la niña a su llegada a Sevilla, tras la convivencia de un año con Marius en La Seca. «Su edad biológica no se correspondía con la edad real», aseguraron. «Aparentaba mucho mayor. Parecía una mujer», remarcaron, sin saber atribuir una edad concreta a esa apariencia. «Sin embargo, en el plano intelectual sí se notaba que era una niña, al hablar con ella», matizaron.
A juicio de las forenses, ella, como niña que era, «siguió sus deseos sin valorar las consecuencias», y se refería siempre a su cultura y costumbres. «Ella conoció a este chico, le gustó y se dejó llevar», aseveraron.
La fiscal, sin embargo, no cedió un ápice y elevó a definitiva la petición inicial: once años de prisión y cinco de libertad vigilada, con inhabilitación absoluta durante el tiempo de condena, para el joven Marius I.B. –que ahora tiene 21 años–, y también, como cooperadores necesarios, para sus padres Traian B. y Garaoata B; y los padres de la niña, Constantin T. y Garofita T. Para estos últimos, además, pide la retirada de la patria potestad.
La fiscal consideró acreditado que todos conocían la edad real de la menor y que, por tanto, sabían que la relación era «delictiva», pues aunque la boda tuviera lugar en Rumanía, la edad legal para contraer matrimonio en todo el ámbito de la UE es de 18 años.
También negó, en contra de la defensa, que se tratara de un ‘error de prohibición invencible’, que anularía la culpabilidad, sino que, «siendo generosos» podría tratarse de un ‘error vencible’, lo que dejaría la pena mínima en dos años y medio de prisión.
La defensa ha subrayado la existencia de este ‘error de prohibición invencible’, pues tanto Marius como las familias creían que estaba permitido ese matrimonio, cuando en realidad estaba prohibido. Por eso los dos abogados defensores –uno por cada familia acusada– pidieron la libre absolución.
Las dos defensas remarcaron que el error de prohibición es «más evidente» en cuanto que se trata de personas que no saben leer ni escribir. «Ni siquiera pueden conocer la legislación de su país, cuánto menos la legislación española, por mucho que lleven 15 años viviendo en España», argumentaron.