Diario de Valladolid

Morante abandona y deja herida a la feria

La ausencia del sevillano y la duda de Jose Mari Manzanares abren serias incógnitas sobre el abono / Ginés Marín, David Luguillano y la alternativa del local Ricardo Maldonado, posibles soluciones

Morante de la Puebla durante su última tarde en Valladolid en la pasada feria.-EL MUNDO

Morante de la Puebla durante su última tarde en Valladolid en la pasada feria.-EL MUNDO

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César Mata

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Morante se va. Lo deja. Y abre un boquete en los carteles de la próxima feria vallisoletana de Nuestra Señora de San Lorenzo. Lo dijo tras torear el domingo, en la plaza de El Puerto de Santa María. Se va y Valladolid, su abono, se conmueve en un desamparo presentido. Morante encabezaba el cartel del ciclo, con Manzanares (convaleciente de una operación en la columna cervical) y Alejandro Talavante. A la imprenta fue su nombre, y se lee en la corrida del jueves 7 de septiembre.

Lo deja, dice, por el toro grande y la insensibilidad de presidentes y veterinarios, que no dejan sitio al arte. Si el sevillano se lo piensa podría hacer una excepción con Valladolid, donde el toro está en un tamaño proporcionado al encaste y la romana ofrece números se sensatez. Y donde presidentes y veterinarios, en sintonía con un público generoso y limitadamente riguroso, apenas exigen que el animal tenga todas las piezas exigibles al tipo zootécnico de la raza bovina de lidia. El abono vallisoletano, que desde las últimas temporadas había apostado por un formato reducido, ofrece un puñado de tardes bastante rematadas. No hay demasiados nombres, y por ello apenas pueden ponerse pegas. Es cierto. También supone la cortedad del ciclo que se eche de menos a nombres de nueva hornada, a recuperados del olvido, a los ajenos a los circuitos y las conexiones con quienes comparten apoderados que a la vez son empresarios. Y ganaderos. Conglomerados empresariales seguramente necesarios pero que restan frescura y sorpresas.

La ausencia de Morante ha dejado fría a gran parte de la afición. Sin duda es un boquete en la línea de flotación del abono, aunque siempre existen voces que invocan nombres de jóvenes espadas para sustituir al torero de la Puebla del Río y aportar novedad al ciclo. De lo que nadie duda es de que Morante es, a día de hoy, el más significativo exponente del toreo artístico, a través del cual se puede percibir la creación de una emoción surgida de modo espontáneo. Tampoco puede nadie negar que esa expresión, que necesita que el toro humille y se le exija, supone una dosis de valor mayor que en las faenas estandarizadas.

Morante deja los ruedos y el cartel que lo anunciaba deja un puesto. De los dos toreros en activo de mayor peso de la ciudad, David Luguillano y Joselillo, el primero podría se un recambio coherente, pues comparte con el sevillano la concepción de una tauromaquia trascendente y expresiva de modo sublimado. Incluso la potencial alternativa del novillero Ricardo Maldonado podría barajarse como una propuesta razonable.

La incógnita de la presencia de José María Manzanares sigue pendiendo sobre sus dos tardes, las del jueves 7 y viernes 8. El empresario Manuel Martínez, con quien ha hablado este diario, manifiesta que «Manzanares dice que sí que viene y hay que confiar en su palabra». Desde luego hay que tener en cuenta su palabra y su voluntad, pero el tiempo parece escaso. Dado lo expresado por el coletudo a la empresa ésta no ha realizado aún gestión alguna para sus potenciales sustituciones.

Una corrida de ocho toros, por ejemplo, podría dar lugar a un macrocartel potente y llamativo. Aún están a tiempo. Entre los posible recambios ha sonado el nombre de Ginés Marín. Pero es sólo un rumor.

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