De cortar el pelo a cortar playeros
Con un cúter como herramienta creativa y el calor como aliciente, Chema de la Fuente decidió cortar sus zapatillas en busca de un calzado fresco, cómodo y que le sujetase el pie y, sin esperarlo, dio con las sandalias que están revolucionando el mundo de la moda: las Sunllas
Como un mago de la moda y con un cúter por varita, el zamorano Chema de la Fuente se ha convertido en el Hada Madrina del calzado. Tomando el calor apabullante de la costa valenciana como inspiración, de la Fuente gritó ¡eureka! cuando dio con lo que tanto andaba buscando: unas zapatillas frescas, cómodas y que garanticen la sujeción del pie; las Sunllas.
Peluquero de profesión y de corazón, Chema ha pasado de cortar el pelo a cortar playeros. Después de pasar gran parte de su vida viviendo en Valladolid, y la otra parte en Valencia, se considera a sí mismo «zamorano de nacimiento, vallisoletano de corazón y valenciano circunstancial».
De espíritu alocado, Chema es un amante de los festivales musicales, y a sus 54 años no se pierde uno. Este gusto por la música y los conciertos al límite de aforo es lo que llevó al peluquero a lanzarse a la búsqueda de un calzado que le permitiese estar fresco al tiempo que cómodo para no parar de bailar.
Según cuenta entre risas, «no esperaba tener tanto éxito». «Yo no aguanto llevar el pie cerrado y no te puedes poner una sandalia para ir a un festival», explica, «pero como con lo que más cómodo voy es con zapatillas no me lo pensé, agarré el cúter y me quité la puntera, corté la lengüeta, le hice unas ventanas en los laterales y después las llevé al zapatero para que las rematase y, entonces, vi la luz». Chema relata que sus nuevas sandalias habían quedado «tan bien» que fue como ver la luz al final del túnel. «Había encontrado lo que llevaba tiempo buscando».
Como un niño con zapatos nuevos, de la Fuente estrenó sus zapatillas para ir a un festival, pero lo que no se imaginaba es que sus pies se iban a convertir en el centro de todas las miradas.
«Cuando llegué allí todo el mundo me preguntó que dónde me había comprado las sandalias, y como me daba vergüenza decir que las había cortado yo, me inventaba que las había comprado en uno u otro sitio». Para dar credibilidad a lo que contaba, el zapatero amateur buscó en la red para averiguar si existía algún tipo de calzado similar. Sin éxito en su investigación, una idea surgió en su mente: «Si las zapatillas han tenido tanta aceptación y no existe nada igual, quizá pueda patentarlas».
Con esta nueva meta, el zamorano se puso en contacto con un abogado, quien le explicó que no podía patentar las sandalias –ya que no se trataba de ningún avance técnico o científico–, pero le recomendó registrarlas como diseño industrial y, para que nadie pudiese hacerlas igual o parecidas, tenía que registrar muchos diseños. Durante siete meses, Chema salía de trabajar, se ponía los cascos, se evadía del mundo y dibujaba sin parar, hasta que finalmente registró 284 modelos. «En principio lo hice a nivel nacional, pero cuando mi socio entró a formar parte del negocio decidimos extenderlo a la comunidad europea y también a algunos países de América».
Tras registrar sus diseños, los dos socios emprendieron la búsqueda del comprador ideal, pues su primer propósito era el de ceder los derechos de autor a algún fabricante. Después de varios intentos, en los que visitaron a marcas como Mustang y Desigual, «el producto tuvo una buena recepción, pero nos ofrecieron un beneficio que consideramos un abuso y lo rechazamos», los nuevos zapateros se dirigieron a Inditex. «El resultado no fue el que esperamos» asegura de la Fuente, «la persona que nos recibió nos animó a llevar el negocio por nuestra cuenta, y nos dijo que cuando tuviéramos éxito copiarían el diseño».
El peluquero zamorano afirma que la propuesta que les hizo Inditex fue suficiente para poner en marcha su negocio a través de internet. Además, según dice, la multinacional les ofreció el contacto del fabricante que se encarga de sus productos. «Ha sido una gran ayuda a la hora de arrancar».
Además de Inditex, el Merlín de los zapatos cuenta que para hacer despegar la página web han colaborado con amigos como Luis Gómez, el guitarrista del grupo murciano ‘Maldita Nerea’, el cantante Diego Martín, blogueros y sus propios hijos... «gracias a ellos llevamos un ritmo bastante bueno de ventas que ya está por encima de la media», apunta.
Por el momento, no entra dentro de sus planes crear una tienda física, pero aprovecharán los festivales donde surgió la idea y las ferias del calzado para montar un stand y dar así a conocer su producto. «Nos están haciendo un montón de propuestas a nivel de mercado comercial, pero de momento queremos descubrir cómo nos va por nuestra cuenta, organizarnos bien y, si llegamos a tener fuelle financiero y una mejor organización interna, nos plantearemos crear nuestra propia tienda. No queremos saltar a la piscina sin flotador».
Sunllas
Siete palabras mágicas: ‘Bibidi Babidi Bu’ y las Sunllas ya son una realidad. Con una pizca de loneta, forradas con poliéster transpirable y una suela creada de forma exclusiva, ya están todos los ingredientes para dar vida a las Sunllas.
Chema de la Fuente explica que la suela de las zapatillas fue lo más difícil de conseguir, «no existía en todo el mundo una suela como la nuestra», pues el diseño de las Sunllas es una fusión entre unas sandalias y unas zapatillas. «La parte que cubre el pie es la sandalia, pero la suela es de las zapatillas, y nunca se habían hecho unas sandalias con una suela tan firme».
Chema asegura que lo que ha primado en el diseño es que tenga «las mejores condiciones» y señala que se trata de una zapatilla biodegradable.
En cuanto al nombre, el zapatero zamorano revela que se trata de un acrónimo. «Como es una fusión entre una sandalia y una zapatilla utilizamos el ‘sun’ de sandalia y el ‘llas’ de zapatillas». De la Fuente confiesa que en un principio se escribía ‘Sanllas’ pero para «darle el toque internacional» cambiaron la ‘a’ por una ‘u’, dando lugar al anglicismo ‘sun’ (sol). «Es un nombre pegadizo, corto y conciso».
Además de un diseño revelador, las Sunllas cuentan con un precio asequible, que según su creador son para el bolsillo de la clase media, siendo su coste de entre 55 y 60 euros. «No es un low cost ni un diseño de firma. Es para la clase media», apunta.
A sus 54 años, Chema de la Fuente y su socio Fernando Landas se encuentran inmersos en un mundo desconocido aún para ellos, pero con la ilusión como estandarte, y aunque siempre ha vivido «por los pelos», Chema no sabe cómo afectará este nuevo mundo a su profesión de peluquero, pero lo que tiene claro es que lleva la peluquería en el corazón y que «siempre» tendrá unas tijeras cerca.