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PARKER DICTAMINA LOS VINOS DE CASTILLA Y LEÓN - TORO

Los Toro que más embisten en Parker

Domino del Bendito, Teso la Monja y Telmo Rodríguez despuntan con 95 en la clasificación de la prestigiosa publicación vitivinícola nortamericana / La mitad de los vinos catados de la zona reciben puntuaciones iguales o superiores a 90

-E.M.

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

Creado:

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Sucede lentamente. No siempre se aprecia. A veces parece que todo permanece igual, las viñas, la elaboración... pero ocurre.

Y genera resultados.

La Denominación de Origen Toro se encuentra en un continuo proceso de evolución. «Los cambios son sutiles, pero están sucediendo. Incluso aquí: menos madurez, extracción y roble... Tiene potencial y un estilo poderoso». No lo afirma cualquiera.

La revista vitivinícola más influyente del mundo, The Wine Advocate, editada por el gurú del vino Robert Parker –en la cual lograr una alta calificación supone el pasaporte para la exportación– valora a esta denominación y le augura un futuro próspero.

Otorga una puntuación superior a los 90 puntos sobre cien a la mitad de los vinos que cató de la zona.

La intuición, la interpretación, el apego a la tierra y esa capacidad para lograr vinos «poderosos» y con carácter lleva a un puñado de tintos de Toro a embestir en la clasificación de la publicación norteamericana y tirar de la DO en la que despuntan como los mejores.

Tres referencias destacan sobre el resto, empatadas con la misma nota –un 95–, asignada por Luis Gutiérrez, el catador oficial de la revista para España.

Este triple empate en lo alto lo protagonizan tres proyectos con alma, marcados por una fuerte personalidad: El Titán del Bendito, de la añada de 2013 y elaborado por la bodega Dominio del Bendito, del enólogo francés Anthony Terryn; Alabaster, de la misma añada, pero de Teso la Monja, dirigida por los dos hermanos riojanos Eguren, y Pago la Jara, de Compañía de vinos Telmo Rodríguez.

Aunque ninguna de las etiquetas de la DO logra alcanzar el máximo nivel –entre 95 y 100 puntos– la publicación vitivinícola destaca 59 de esta zona con puntuaciones muy positivas, dentro del rango de ‘sobresaliente’ (entre 90 y 95 puntos sobre 100). Los que logran más de 90 y, sobre todo, los que alcanzan los 95, tienen con ello la mejor recomendación en el mercado exterior.

Escribe Luis Gutiérrez que Toro «podría vivir a la sombra del éxito comercial de Ribera de Duero», pero que con acierto decidió no hacerlo. «Tiene su propia personalidad», destaca de una zona con viejas viñas que, con todo, por sí solas no garantizarían «un gran vino». «Alguien tiene que ser capaz de interpretarlas».

Entre esos perfiles se encuentran los bodegueros que encabezan este ranking universal de los mejores: Terryn, Rodríguez y los hermanos Eguren.

Anthony Terryn, de El Titán de Bendito, asegura que encontrarse en este primer puesto a tres bandas del ranking le estimula: «Supone un gran reconocimiento y que la gente piensa que estamos en el buen camino».

Este enólogo francés recaló en Toro casi por casualidad, cuando buscaba buenos suelos donde iniciar su andadura, y se confiesa enamorado de la zona: «Aquí he encontrado mi sueño», apunta, y advierte del inmenso patrimonio que posee esta denominación y que debe cuidarse: «Gente del mundo entero se queda con la boca abierta cuando ven estas cepas y viñedos».

Terryn incide en que los suyos «son unos vinos personales y con estilo propio», que intenta que adquieran «la mayor calidad posible».

A su juicio, su tinto con mejor nota en la última clasificación «es razonablemente potente» y con este puesto recibe «un empujón», pese a que asegura que tiene «una clientela bastante hecha» desde que en 2004 comenzara a elaborar vino.

Gran parte de las ventas de Dominio del Bendito recalan en otros puntos de España, aunque su mercado principal se centra en varios países de Europa. Sus elaboraciones también cruzan otras fronteras y tienen presencia en Asia, en Sudamérica y en Estados Unidos, aunque en menor medida.

Esta firma zamorana  coloca en la comparativa otros siete vinos con una puntuación igual o superior a 91.

Otro de los que ocupan el podio compartido, Teso la Monja, cumple este año diez de andadura en Toro, con un proyecto que dirige una quinta generación vitivinícola.

Esta bodega se distingue por lograr uno de los productos más exclusivos de la zona. Presenta el más caro de todos. En EE.UU. el vino Teso la Monja 2012 se vende por 2.000 dólares, aunque éste no es el que en esta ocasión recibe la mejor puntuación y se conforma con 94 puntos.

Alabaster, de una añada posterior, sí que logra un punto más y repite con los 95 que recibieron las tres añadas previas en catas anteriores.

Su precio ronda los 205 euros y triplica a sus dos competidores directos en la clasificación de Parker, que se sitúan en los 65.

Alabaster no es la única etiqueta de esta bodega en puestos de salida. Otras cuatro referencias de Teso la Monja obtienen una puntuación igual o superior a 93 en la afamada lista.

Cuenta Marcos Eguren, una de las dos cabezas visibles, junto a su hermano Miguel, de la distinguida Teso la Monja, que la buena nota «es beneficiosa para la bodega y para la DO».

Lo es porque, según apunta Eguren por experiencia propia, «las puntuaciones influyen en el mercado y hay muchos consumidores que se guían por esta publicación para decidirse».

El bodeguero reconoce que refuerza la imagen y el prestigio, pero precisa que «se hacen poco a poco», con los años. «No sirve tener una buena puntuación un año, se debe ser constante». Como lo es la aparición de sus vinos en lo más alto de este ranking.

Alabaster y el resto de elaboraciones de esta bodega obtienen una alta calificación y «alta aceptación del mercado» por lo que Marcos Eguren considera que son «vinos con identidad marcada de su procedencia de origen de Toro» y por conseguir aunar «la potencia con finura, elegancia y frescor», que define como señas propias a Teso la Monja.

La filosofía de esta empresa vitivinícola consiste en «buscar el equilibrio natural del viñedo, con pequeñas producciones» para lograr «el vino de la máxima pureza e identificación con el terroir».

Sobre la DO, Eguren coincide con Terryn en que «vive un momento bueno», pero invita a una reflexión. «Tenemos que pensar en lo que queremos. Si se quiere llegar a ser grande, hay que promocionar los productos grandes», defiende.

Ambos hermanos, Miguel y Marcos, se quedaron prendados de esta tierra «por la capacidad de las viejas cepas prefiloxéricas toresanas para dar a luz a vinos únicos».

El terruño zamorano también atrapó a los últimos componentes de este trío de ases de la puntuación de la revista de Parker: Telmo Rodríguez y su socio Pablo Eguzkiza por su tinto Pago la Jara.

Ambos trabajan en varios vinos al tiempo logrando una personalidad propia en cada uno. «Nunca hemos sido de seguir las modas. Hemos ido a Toro con humildad para entender la zona», indican quienes forman parte de los primeros de la nueva ola que apostaron por la DO y contribuyeron a reactivarla.

Para Telmo Rodríguez, la calificación de la publicación norteamericana significa un respaldo a ese trabajo constante y «sencillo» durante años. «Nos hace ilusión que nos posicione entre los mejores, y más que lo haga Luis Gutiérrez, que ya nos conoce», señala Rodríguez, pese a que también indica que recibe las puntuaciones «con cierta distancia».

Su Pago la Jara trata de ser un reflejo del paisaje basado en la buena uva, y es que la Compañía de vinos Telmo Rodríguez, que arrancó su actividad a finales de los 90, sustenta su trabajo en la utilización de variedades autóctonas de zonas originales.

En opinión de Telmo Rodríguez, Pago la Jara «siempre ha sido uno de los mejores de la zona», y representa su idea «de entender los sitios, buscar viñas y trabajar con el máximo respeto hacia los viticultores».

Una de las claves para conseguir esta elaboración tan solvente reside, según sus palabras, en que siempre han trabajado «de forma honesta». Sin dar tumbos, sin cambios.

De hecho, hace hincapié en que Pago la Jara siempre ha tenido un mismo hilo conductor y éste consiste en «entender la tinta de Toro en su forma más sutil».

Cree Rodríguez que la senda que debe seguir la Denominación de Origen Toro para exprimir su potencial y revelar todo lo que da de sí debe ser la del «trabajo con tranquilidad».

Rodríguez, este hombre del vino orgulloso de la tierra, se caracteriza también por su intuición para recuperar viñedos olvidados, por resucitar cepas, y para dotar de elegancia a vinos que se puedan beber fácilmente.

The Wine Advocate, además de elevar estas tres etiquetas sobre el resto, se detiene en otras que también reciben claramente sus bendiciones.

Inmediatamente después de los tres tintos que encabezan el listado de los mejores de esta zona vitivinícola, aparecen siete a los que Luis Gutiérrez impuso un destacado 94.

Dos pertenecen a Telmo la Monja [2012 y Victorino]; uno, a Dominio del Bendito [El Titán del Bendito 2012, que sobresale con un 94+] y el resto de estos lugares de la tabla los ocupan Hacienda Terra d’Uro Uro, Máquina & Tabla, Alonso del Yerro Paydos, Maurodos Cartago Paraje del Pozo.

El experto ensalza dos proyectos que ya conoció en su anterior visita, Alvar de Dios (92) y Máquina & Tabla (94). De ambos indica que «siguen produciendo algunos de los vinos más inusuales de la zona», y puntualiza que el primero de ellos muestra «más novedades», es un vino «sencillo y de un estilo más ligero de Toro producido a partir de uvas compradas».

En su artículo, explica que de Vega Sicilia no probó ninguna nueva cosecha porque la bodega «decidió mantener su vino Pintia y darle un año más en botella antes de ser liberado».

En una disección de los principales retos a los que se enfrenta esta zona vitivinícola, el crítico advierte de un problema que supone, a la vez, una paradoja: «La principal amenaza para los antiguos viñedos es el suelo».

Tal cual. En la difícil convivencia de la piedra y las viñas sitúa esta publicación el principal reto de Toro para sobrevivir con éxito al paso del tiempo. Un hándicap que asegura que cada año que pasa «empeora».

Ya lo mencionó Gutiérrez en informes previos, aunque hasta ahora no había profundizado. «La grava puede llevarlo a la tumba», señala y, aunque apunta que puede parecer una contradicción, incide en que «el valor de las piedras que cubren muchos de los antiguos viñedos de Toros es el mayor riesgo para las viñas viejas».

El catador oficial de The Wine Advocate apostilla que «los viñedos son destruidos para obtener estas rocas y las gravas», y reconoce que esta es una preocupación que le han transmitido varios bodegueros, como el francés Anthony Terryn, de Dominio del Bendito, al que dedica gran parte de su artículo.

Los avances que asegura que se están produciendo en algunas bodegas se extienden hasta el Consejo Regulador. «Los vientos de cambio que anuncié en 2015 podrían estar llegando al Consejo para eliminar las restricciones y limitaciones de las cosas tradicionales de la región, como antiguas variedades locales y cosas así». Al menos, ve «voluntad de eliminarlo». Aunque se muestra expectante: «Veremos».

Pese a todo, confía en el porvenir de varias bodegas de esta denominación: «Los vinos de la zona siempre van a ser poderosos».

TRES PROYECTOS CON ALMA . Los tintos que encabezan la clasificación de la revista The Wine Advocate comparten la entrega de sus artífices para lograr elaboraciones con carácter propio. De izquierda a derecha: El enólogo francés Anthony Terry sostiene El Titán del Bendito, de la fructífera añada de 2013; Marcos Eguren, al frente junto a su hermano de Teso la Monja, muestra su distinguido Alabaster. En la última imagen, Telmo Rodríguez, que comparte el primer puesto con su vino Pago la Jara.