Negociadores para recuperar la paz familiar
Las parejas enfrentadas en el juzgado que terminan en mediación familiar se triplican en un año / Sólo uno de cada tres alcanza un acuerdo que traslada al juez / Son procesos en los que hay menores / «Es una sentencia a la carta»
Aparecen en un momento delicado. La pareja está enfrentada, ya ha llegado al juzgado y los mediadores familiares tienen una misión complicada: que dos personas que litigan por la custodia de los hijos, por la manutención o por otras cuestiones espinosas hablen, se escuchen y negocien.
«Por responsabilidad, por los menores», señala Almudena Alonso, abogada responsable en Valladolid de este servicio, que presta el Colegio de Abogados y financia la Junta de Castilla y León.
La mediación familiar intrajudicial, destinada a parejas enfrentadas en los tribunales, es una intervención gratuita en la resolución de conflictos que persigue que los interesados «resuelvan sus propios problemas» y alcancen un acuerdo que después ratifica el juez y lo traslada a la sentencia.
Es precisamente éste el que deriva los casos a mediación, a la que las partes pueden acudir de forma voluntaria.
En Valladolid se implantó en 2011, como programa piloto en Castilla y León, y en este tiempo los asuntos derivados casi se duplican (de 290 a 480), aunque los que realmente terminaron en mediación fueron muchos menos, 89.
Pese a que la cifra parece reducida, triplica la de hace un lustro, cuando apenas aceptaron participar en este servicio una treintena de parejas.
En lo que va de año, ya se han derivado 211 y se ha iniciado el proceso en 56 de ellos.
La proporción de acuerdos alcanzados es de uno de cada tres, pero Almudena Alonso asegura que existen otros resultados que no se pueden cuantificar, como que «un matrimonio que no se hablaba se comunique y que cada uno sea capaz de comprender la visión del otro».
Alonso explica que se trata de un proceso alternativo en el que intervienen dos personas ajenas al conflicto y ejercen de mediadores. «Aportamos neutralidad y trabajamos por ambas partes», indica.
Esta abogada explica que su labor consiste en «filtrar la carga emocional que impide el acuerdo, en centrarlos en el futuro, en poner orden y en garantizar una comunicación constructiva».
El acuerdo puede ser total o parcial y los implicados se pueden echar atrás hasta que lo ratifica el juez, que decide sólo sobre lo que no se ha llegado a un acuerdo en mediación.
Sin embargo, Alonso explica que «lleva un trabajo detrás de tantas horas en las sesiones, que cuando llegan a un acuerdo, es suyo, como un traje a medida, y no suelen arrepentirse».
En la personalización de cada asunto reside la clave por la que se fraguó esta fórmula. «Cada familia es diferente y nadie mejor que los padres para saber qué les conviene y qué se ajusta más a sus posibilidades concretas».
Lo mismo sostiene el presidente de la Audiencia provincial vallisoletana, Feliciano Trebolle, impulsor de este servicio hace cinco años. «Es conseguir una sentencia a la carta», subraya. «Supone la paz social dentro del seno de la familia, que eviten fricciones entre ellos», indica Trebolle. «Como lo acordado lo han aceptado las dos partes, están de acuerdo con ello y no terminan como enemigos», añade Almudena Alonso.
El presidente de la Audiencia, firme defensor de la mediación, también apunta a otros beneficios que repercuten, además, en el sistema. «El juez no tiene que entrar a resolver un juicio contencioso; se resuelve con más rapidez y el juez está más liberado porque no tiene que decidir sobre algo en lo que no puede profundizar», afirma.
Pero, sobre todo, el que se supone que gana con esta medida es el menor. «Siempre existe fricción en un divorcio, pero hay que mostrarles que existen espacios comunes, pese a los sentimientos de ira y odio, por el bien de los hijos».
Alonso resalta que la mayor dificultad la entraña que la sociedad «es pasiva». «Estamos acostumbrados a que resuelvan nuestros problemas terceras personas. De pequeños acudimos a nuestros padres, después, a los profesores, y ya de adultos, al juez», describe, y arguye que los progenitores deben demostrar amplitud de miras y tener siempre presentes a lo menores. «Es lo mejor para el futuro de la familia y la tónica general es que mejoren las cosas».
En uno de estos procesos, incluso presenció una reconciliación. «Puede pasar de todo y suele ser postivo».