Diario de Valladolid

Pedaladas ‘estáticas’ en el mobiliario del salón

La emprendedora Aída Valea, de 52 años, crea Redisueña Reciclaje Creativo para dar «una segunda vida» a los productos que nadie quiere

La emprendedora Aída Valea muestra sus diseños.-PHOTOGENIC

La emprendedora Aída Valea muestra sus diseños.-PHOTOGENIC

Publicado por
Estibaliz Lera

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Desde botellas de plástico, camisetas, tuercas de fontanería o cubiertas de bicicleta. Todo vale. Materiales que en principio no tienen nada que ver y que, sin embargo, cuentan con un denominador común: con ellos se pueden realizar artículos de decoración. Mobiliario hecho, literalmente, con elementos de desechos.

Esta es la propuesta de Aída Valea, una emprendedora de 52 años que, tras recibir el azote de la crisis económica, decidió dar un volantazo a su vida a través del diseño, su gran pasión. «En mi casa siempre me llamaban la inventora», cuenta muy orgullosa.

Ha creado Redisueña Reciclaje Creativo, una empresa que pretende dar «una segunda vida» a los productos que nadie quiere. Por este motivo, utiliza los perfiles de los somieres, los piñones de las bicis, las llantas, las cadenas... para crear lámparas, apliques de pared, cinturones, casetas para mascotas o bisutería.

Su principal proveedor es Decathlon. «Les conté mi historia y desde el primer momento quisieron colaborar conmigo». Así que cada lunes acude a Arroyo de la Encomienda para llevarse a casa todos los desechos. De hecho, la compañía francesa quiere dar un paso más allá. Además de incluirla dentro de su página web y difundir su negocio, tiene en mente que en septiembre realice una acción medioambiental. La idea de la vallisoletana es enseñar a construir casas de pájaros.

Su negocio, de momento, es como el cuento de la lechera: está en su cabeza. No obstante, ya está construyendo artículos que venderá en marketplaces especializados hasta que inaugure su tienda online, que nacerá a principios de año. Junto a ella, creará un blog corporativo donde difundirá su filosofía y activará varias redes sociales –Facebook, Google+, Pinterest e Instagram– para mostrar sus productos al resto del mundo.

La primera colección se llamará ‘A contrarreloj’, porque, según reconoce, «todo ha ido muy rápido». En ella habrá lámparas de sobremesa, apliques de pared, bisutería, lámparas de techo y casetas para mascotas. Utilizará piñones de bicicleta, latiguillos de fontanería, ruedas... Pero no solo es reciclado el contenido, también el continente. El envoltorio en el que sus productos viajarán por todo el planeta tendrá su sello. Quiere, por ejemplo, que las cajas lleven un dibujo para que los niños «puedan concienciarse desde pequeños de que los artículos tienen más de una vida». También pretende que forren las cajas con sus creaciones para que se conviertan en ese lugar donde guardar sus recuerdos. «Todo se puede usar». En este sentido, señala que, incluso, la cubierta de las bicicletas puede convertirse en un «divertido» tampón. «Lo impregnas en tinta y como tiene diferentes formas puede quedar muy bien», apostilla Valea, quien tiene su taller en el garaje de su casa en Boecillo.

Además, si todo va bien, contratará a personas con discapacidad. «Mi idea es que yo diseñe y un Centro Especial de Empleo sea el encargado de fabricar todos los productos», explica. Y es que esta emprendedora sabe muy bien lo que es buscar trabajo con una mochila. Tiene una discapacidad reconocida superior al 33% y durante cinco años las puertas del empleo se han cerrado. Por este motivo, quiere dar una oportunidad «a los que lo tienen más difícil». «Es un mundo muy complicado», reflexiona Aída Valea.

Su historia es la de una luchadora. Tras «malvivir» durante un lustro con un subsidio de 426 euros, un cúmulo de casualidades la empujó a montar un negocio. La primera chiripa fue cuando cayó en sus manos la publicidad del máster de Negocios Digitales de la Cámara de Comercio. «Nunca me lo había planteado porque era muy caro, pero cuando en la entrevista conté mi proyecto y les gustó, sabía que tenía que continuar». Considera que este posgrado le ha abierto los ojos. «Internet ofrece un mundo enorme de posibilidades». Aunque aún la queda «un largo camino» por recorrer, sabe que está en la vereda correcta y luchará hasta el final.

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