Diario de Valladolid

De la embajada a la novela histórica

Eduardo Garrigues narra la vida de un héroe español en la Independencia de EEUU en ‘El que tenga valor que me siga’ / El libro, que responde no solo a intereses políticos contradictorios, sino a intrigas y redes de espionaje, inspira una serie de televisión

Eduardo Garrigues, diplomático y escritor, posa rodeado de naturaleza.-EL MUNDO

Eduardo Garrigues, diplomático y escritor, posa rodeado de naturaleza.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Del papel a la pantalla y el novelista se convierte en guionista. Eso es precisamente lo que le ha ocurrido a Eduardo Garrigues, gracias a su novela histórica El que tenga valor que me siga, después de que la productora Morena Films le haya comprado los derechos audiovisuales. Este libro, editado por la Esfera de los Libros, relata la vida del militar malagueño Bernardo de Gálvez, figura clave en la Guerra de Independencia de Estados Unidos y famoso por la batalla de Pensacola (una de las más importantes para la victoria final).

«Gálvez fue un personaje carismático que rompió con la ambigüedad que hasta entonces tenía la corte de Carlos III, que no se atrevía a dar el paso adelante», manifiesta el escritor, antes de añadir que su importancia es «indiscutible» para el desarrollo del conflicto porque «si no hubiera conquistado las plazas fuertes del Golfo de México, en el río Misisipi y en la Florida, la guerra hubiera durado mucho más». Pero mientras la ayuda francesa es bien conocida, donde el marqués de Lafayette es un héroe nacional, la contribución española apenas ha sido reconocida hasta que, tan sólo el año pasado, el Congreso nombró al héroe español ciudadano honorario de Estados Unidos, honor que ya había sido concedido a Lafayette.

Según sostiene, esa fue la causa que le empujó a escribir una obra que responde no solo a intereses contradictorios (la Corona española apoyaba el levantamiento estadounidense, pero no lo reconocía en público), sino a intrigas y redes de espionaje que por primera vez aparecen a la luz. El que tenga valor que me siga se sostiene en una rigurosa base documental, adquirida a lo largo de su carrera como diplomático en la que se codeó con algunos de los más prestigiosos historiadores del momento, y los datos procedentes de sus investigaciones.

Su posición y la experiencia le allanaron el camino hasta la Biblioteca del Congreso de Washington. Allí se empapó de conocimiento. Más tarde acudió al Archivo General de la Nación de México y, por último, a Cuba. Acceder a toda esta información durante un mes y medio le permitió hacer una radiografía de todo lo que faltaba por contar y se dio cuenta de que tenía una gran historia entre manos: «Lo que descubrí era tan interesante que lo único que tenía que hacer era transcribirlo en la novela».

Otra de las razones que impulsó a Garrigues a apostar por este personaje fue el descubrimiento de datos inéditos que cayeron en sus manos. Por ejemplo, De Gálvez pagó a un espía antes de la batalla de Pensacola para conocer las defensas y la artillería. «Era un personaje maravilloso que no necesita que le pongan acontecimientos que no le corresponden». En este sentido, señala que cuando los capitanes de la armada española no se atrevieron a cruzar bajo las baterías inglesas que protegían la entrada de la bahía de Pensacola, el militar malagueño, ni corto ni perezoso, cruzó en solitario a bordo de un pequeño bergantín bajo el fuego de artillería que defendía la plaza, a la que consiguió rendir.

Sobre el desconocimiento de esta figura emblemática, destierra la idea de que sea más conocido en los EEUU que en España, y apunta que varía mucho dependiendo de la zona. «Hay más legado en México, Texas, Arizona... En la costa este, donde se produjo la independencia, se conoció muy poco, ya que la ayuda de España fue secreta y los propios españoles ni se enteraron que estaban contribuyendo a la causa».

Eduardo Garrigues, que tiene en su haber el premio Café Gijón de novela corta (1961) y el Premio Pío Baroja de cuentos (1971), ha compaginado su carrera diplomática con su vocación de escritor.

Sus viajes por los desiertos de Nuevo México le inspiraron Al oeste de Babilonia, y sus andanzas por el desierto de Kalahari, la novela La dama de Duwisib. Aunque se fue de España en 1973 y no ha vuelto hasta el año 2014, siempre ha tenido uno ojo puesto en su tierra. Reconoce que el país ha cambiado mucho y ha mejorado. «Me fui cuando España aún no tenía democracia y cuando he vuelto me he encontrado un país totalmente diferente», destaca. De cara al futuro, tiene pensado seguir escribiendo, porque «hay muchas historias que contar». De hecho, una editorial le ha ofrecido narrar sus memorias, pero dice que «es pronto para ello», sin embargo, no descarta escribir un libro con tintes autobiográficos.

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