Diario de Valladolid

CIFUENTES VS MARTÍN GARZO

Jesús Cifuentes: 'Maltratamos el sistema educativo, y a la única esperanza, los jóvenes'

Gustavo Martín Garzo: 'La cultura ha perdido el poder de conmover; ya es espectáculo'

-J. M. LOSTAU

-J. M. LOSTAU

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Suben las escaleras del café Teatro Zorrilla, en plena plaza Mayor vallisoletana, y piden un chupito de whisky para «animarse». Así comienza el encuentro entre el psicólogo que nunca quiso ser escritor –hasta que con su segunda novela se dio cuenta de que lo era– y el trabajador social absorbido por la música. O entre dos de los nombres más representativos de la ciudad: el novelista Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) y el alma de Celtas Cortos, Jesús Cifuentes (Valladolid, 1966).

El músico llega en manga corta, montado en bicicleta, desde su casa en el barrio Girón, y el literato aparece con abrigo y caminando, porque vive a unos pasos. Les separan dos generaciones, pero fue en los 90 cuando ambos llegaron a la fama produciendo sonidos y palabras que demostraron al resto de España que Valladolid podía ser un escenario creativo válido y no sólo un lugar cercano a Madrid.

Aunque sea una ciudad mediana, todos aquellos con inquietudes culturales acaban por conocerse. De hecho, esta cita ocurre apenas a cien metros de donde se encontraron por primera vez, en la desparecida librería Lara.

Cifuentes cuenta que anda componiendo para otro trabajo de estudio y permanece a la espera de publicar en septiembre el concierto grabado con la Sinfónica del Principado de Asturias. Garzo tampoco se detiene. Ya ha entregado una novela a la editorial, que «está reposando» y publicará a finales de año o principios del próximo, y está terminando otra.

JESÚS CIFUENTES.– Vengo de tocar en Granada y empiezo a reflexionar que no tengo vida para mí y mi familia. El escenario lo llevo con gusto, pero ir y volver un día y otro, pesa. Tengo ya cincuenta y pico tacos...

GUSTAVO MARTÍN GARZO.– Sí, pesan.

CIFUENTES.– Me acuerdo de habernos encontrado la primera vez en una librería y la última, en el AVE.

MARTÍN GARZO.– En la librería Lara, que ya cerró. Hablamos de mutuas aficiones, libros y música. Recuerdo que, además de escuchar vuestros discos, mi hijo quería veros y fuimos toda la familia a un pueblo de Cantabria. No nos conocíamos y yo simplemente estaba entre aquella multitud que aplaudía.

CIFUENTES.– ¿Cuántos hijos tienes?

MARTÍN GARZO.– Dos, pero ya pasan de 30 años.

CIFUENTES.– ¡Qué suerte! [Es padre de cuatro hijos. El pequeño suma cinco años].

PREGUNTA.– Empezaron a destacar sobre los mismos años, en los 90. ¿Qué diferencia encuentran, en la ciudad y en el ambiente, entre aquel tiempo y el actual?

MARTÍN GARZO.– Aquella época, en la que empiezo a tener una vida como escritor, era un momento de mucha esperanza. Había ilusión por un sistema culturalmente nuevo. Era un tiempo mucho más vivo que el actual.

CIFUENTES.– Estoy de acuerdo con eso, aunque la perspectiva también es otra porque yo tenía veintipico años y el nivel de intensidad a esa edad es otro. Estuve muy vinculado a los movimientos de base y hubo mucha agitación en la calle. A nivel musical había toda una eclosión de grupos de rock and roll en Valladolid; había una movida no reconocida como tal y mucha vida en los bares. Ese escenario no tiene nada que ver con el de ahora.

MARTÍN GARZO.– A partir de los 80 fue una época muy viva política y culturalmente. Fue la del primer PSOE que nos llenó de esperanza, ¡fíjate en lo que estamos ahora! Y había esa voluntad de riesgo. En el terreno cultural el periodo actual es más conservador. Tengo cierta nostalgia, no sólo por el tiempo de la juventud, sino porque fue una época rica y ahora estamos en un periodo pobre.

P.– ¿También en Valladolid?

CIFUENTES.– Con el cambio político del Ayuntamiento, en Valladolid se ha despejado una niebla muy tupida que hacía irrespirable la ciudad. Han sido años muy complicados, de poco respeto a los teatreros y a ese gremio de desarrapados; de la mano dura del anterior alcalde. Ahora está empezando a resurgir esa vida callejera. Siento a la gente por la calle con otra felicidad y quizá me hace rememorar esos tiempos de antaño de los que hablamos, pero vamos a ver cómo evolucionan.

MARTÍN GARZO.– En este último año se ha notado un cambio porque el nuevo equipo del Ayuntamiento no genera tensiones, como hacía el anterior. Cuando entramos en un aspecto más profundo, no veo muchos cambios en el terreno real, en lo que supone apostar por una cultura diferente. El último equipo lleva unos meses y todavía no se sabe. Es verdad que es una ciudad más relajada, más tranquila, pero desde el punto de vista cultural me parece muy pobre.

CIFUENTES.– Se habla siempre de que los periodos de crisis son emergentes desde el punto de vista cultural, pero no tengo la percepción de que haya movimientos creativos.

MARTÍN GARZO.– Probablemente no es un problema de la ciudad, sino de todo el país, de la política, de todo.

P.– ¿Qué les parece tener que volver a votar?

MARTÍN GARZO.– Un fracaso. Que no hayan llegado a un acuerdo es algo penoso. El máximo responsable es el PSOE. No entiendo que existiendo la posibilidad de un Gobierno progresista, de izquierdas, lo haya bloqueado. El PSOE está completamente perdido. He sido votante socialista durante muchos años, he dejado de serlo y no sé si alguna vez retomaré ese voto. Estoy decepcionado.

CIFUENTES.– Absolutamente de acuerdo. Es penoso que no haya habido un pacto de izquierdas. Se abría una posibilidad de cambio y no ha sido posible por una inoperancia máxima, por la lucha de egos. No culpo exclusivamente al PSOE.

MARTÍN GARZO.– Yo tampoco.

CIFUENTES.– No hay Gobierno porque hay una lucha de ‘machos alfa’ y sólo Alberto Garzón ha sido coherente. Tampoco entiendo por qué no ha podido posibilitarse una unión de IU desde el principio con Podemos. Han desaprovechado un momento histórico.

MARTÍN GARZO.– Han hecho que sea posible la situación indeseable de volver a tener más de lo mismo si C’s y PP sumaran lo suficiente.

CIFUENTES.– Con el paro que hay y la situación de familias sin ingresos, no entiendo a esa masa social que de manera masiva apoya la perpetuidad de esto. Estamos agarrados de los huevos por los financieros. Es una pescadilla que se muerde la cola y que hace muy lejana una realidad social que tenga cierta sintonía con la dignidad humana.

P.– ¿Van a ir a votar? ¿Repetirán papeleta?

[Los dos responden que sí a todo].

P.– En Valladolid, PSOE, Podemos e IU se entendieron para gobernar y desbancar al PP. ¿Por qué creen que a nivel nacional no ha sido posible replicar ese diálogo?

MARTÍN GARZO.– Esa es la pregunta.

CIFUENTES.– Ahí sí podemos estar orgullosos de un hecho local.

MARTÍN GARZO.– Es algo inexplicable.

CIFUENTES.– Al final son personas con sus egos y sus emociones.

MARTÍN GARZO.– Aquí se consiguió porque la gente que dialogó era más sensata que los líderes nacionales y se puso de acuerdo.

CIFUENTES.– También tenía menos presiones.

MARTÍN GARZO.– Probablemente.

CIFUENTES.– Muchos de los de aquí eran conscientes de lo que era la ciudad. El actual alcalde estaba cansado de la herencia anterior. Era el momento de llegar a esa conclusión.

MARTÍN GARZO.– Ya, pero a nivel nacional sucedía lo mismo. Aquí teníamos al PP desde hace un montón de años, a un alcalde problemático y la mitad de la ciudad quería ponerse de acuerdo para que dejara de ser alcalde, pero con Rajoy pasa lo mismo. Deberían haber tomado nota de lo que ha pasado en Valladolid y en otros lugares, como Madrid y Barcelona, donde ha sido posible lo que desde el primer momento el PSOE apartó.

P.– ¿Podemos y Ciudadanos han renovado la política o son más de lo mismo?

MARTÍN GARZO.– Esa idea de que iban a renovar la política parecía cierta, pero el resultado ha sido un poco decepcionante. Por parte de Ciudadanos no tanto porque se sabía por dónde iban. Es verdad que C’s, respecto al PP, supone una mejoría incuestionable al alejarse de la corrupción y propone alguna reforma a tener en cuenta, como la de la transparencia. El problema es que la política económica no puede ser la misma. Tiene que cambiar el sistema de capitalismo enloquecido que propicia lo que vemos, como los paraísos financieros o la vergüenza de los refugiados. No entiendo este mundo y para que cambie hay que cambiar la economía. PP y C’s están encantados con la política económica actual, pero Podemos e IU plantean una actitud diferente. Podemos ha cometido muchas torpezas y hay sobreactuación, pero lo relevante es su postura respecto a la economía; cómo ambos grupos piensan cambiarla.

CIFUENTES.– Sí que han dado una vuelta de tuerca porque son dos piezas nuevas que han descalabrado el tablero del ajedrez. Detrás de toda esta nueva cuadrilla de Podemos hay gente válida con ganas de luchar por la justicia social. C’s también ha roto el tablero porque tiene propuestas renovadoras respecto al PP, aunque eso no era difícil porque la situación del Partido Popular es insostenible.

P.– Son dos personas de sensibilidad de izquierdas, pero con una diferencia generacional. ¿Cuál es el futuro de la izquierda?

MARTÍN GARZO.– No sé cual es, pero sí que es más necesaria que nunca porque el mundo es profundamente injusto. La derecha apuesta por lo mayoritario, por el patrón del varón, adulto y habitante de la ciudad. La izquierda tiene que apostar por las minorías, por todos los que no tienen voz.

CIFUENTES.– Lo comparto, pero tengo un profundo sentimiento de fraude por las siglas políticas, aunque tenga afinidad con alguna. Habría que poner en valor los movimientos ciudadanos porque no hay cultura del bien común. Tenemos que confiar en las nuevas generaciones, pero, a la vez, estamos maltratando el sistema educativo, y a la única esperanza, los jóvenes.

MARTÍN GARZO.– Fíjate en los recortes tan poderosos en educación o sanidad. La clave de todo es la educación y no sólo no hay que recortar, sino que hay que gastar cada vez más. Incluso en la cultura. De la educación han desaparecido las asignaturas humanísticas, lo relacionado con el arte. A los cinco años un niño no tendría por qué aprender a leer; tiene que jugar, bailar... La educación artística le ayuda a entenderse y aviva su inteligencia. Es un error absoluto borrarla de los planes de estudios. Es el gran desastre. Lastramos el futuro de los jóvenes.

P.– ¿Tienen esperanzas en el futuro? Los jóvenes no lo tienen tan claro. Se van.

CIFUENTES.– En 2015 se han ido tantas personas que es como una pequeña ciudad de gente que se ve obligada a marcharse.

MARTÍN GARZO.– La despoblación es uno de los grandes problemas de esta Comunidad.

CIFUENTES.– Se despuebla a la vez que hay deslocalización. Lauki y Dulciora son el reflejo de eso. Tampoco se da una vuelta de tuerca al sector primario porque si dependemos de las grandes empresas estamos apañados. Hasta que no demos el salto a una nueva generación que haya crecido con otro planteamiento educativo y haya estado en contacto  con las artes y tenga una visión humanista del mundo, las cosas difícilmente se transformarán. Hay que analizar cómo hemos llegado a los casos de Lauki o Dulciora.

MARTÍN GARZO.– Porque está muy bien el libre mercado, pero igual que la economía, hay que regularlo. El PP lleva mucho tiempo en esta Comunidad y los problemas siguen ahí. Es difícil porque es un mundo globalizado, pero alguna cosa se podrá hacer. No es de recibo vivir en una Comunidad en la que los jóvenes se tienen que ir a ganarse la vida. Mis hijos están fuera. Si se hubieran querido quedar no habrían podido.

CIFUENTES.– Pasa por una conciencia ética de quien está en el poder y es complicado.

P.– Son dos históricos de la música y la literatura. ¿Por qué no puede haber históricos en política y hay que renovarlos cada ocho años, como se plantea ahora?

MARTÍN GARZO.– No lo tengo claro. Pero en los cargos de gran responsabilidad está bien que tengan un plazo de dos legislaturas. Una persona puede llevar muchos años en política y seguir teniendo ideas. El problema es que cuanto más llevas, menos consciente eres de que a lo mejor tu momento ha pasado. Antes he sido muy crítico con el PSOE, pero lo que me parece lamentable es el PP, con la corrupción y todo lo que vemos, deberían hacer una renovación absoluta.

P.– ¿En Castilla yLeón?

MARTÍN GARZO.– Sí, claro

CIFUENTES.– Su tiempo ya pasó.

P.– ¿El de Juan Vicente Herrera también?

CIFUENTES.– Buf. Hace mucho.

MARTÍN GARZO.– Estoy de acuerdo en que sí, pero le siguen votando y hay que aceptarlo.

P.– ¿Si fueran jóvenes ahora, también se irían?

MARTÍN GARZO.– Me encuentro muy a gusto en esta Comunidad. No soy nada patriota. Lo castellano, lo leonés, me da igual todo, pero Valladolid es la ciudad en la que he vivido toda la vida. Tengo un cariño e implicación con este lugar, con su paisaje y sus gentes. Es la ciudad en la que está mi vida y mi obra. Por eso hablo con contundencia de la política que gobierna en este territorio y en este país.

CIFUENTES.– Porque destrozan lo que amas. Esa es la ironía. Aunque con está ciudad he tenido momentos ambivalentes, siempre he encontrado el lado amable. Para nada habría querido marcharme. Otra cosa es que obligado te veas, como sucede ahora. A mi hija mayor también la tengo fuera.

P.– ¿Se puede tener sentimiento de Comunidad? ¿Lo tienen ustedes?

MARTÍN GARZO.– No siento lo castellano. Puedo sentir que pertenezco a Tierra de Campos. Lo castellano y lo español son una abstracción y no creo en las patrias ni en las banderas. Creo en la lengua en la que hemos pronunciado las primeras palabras y en los lugares de los primeros deslumbramientos, esa es mi patria.

CIFUENTES.– Estoy en sintonía con ese planteamiento, pero soy un vallisoletano extraño. Nací aquí, pero no volví hasta los 16 años. Estaba vinculado a la música tradicional y cuando vine conecté con Joaquín Díaz, Candeal... Vinculado a eso, el espíritu regionalista me vino dado. He vivido muy de cerca a mis abuelos, trabajando en la huerta, con esa retahíla de palabras que en la ciudad no se entienden. Me ha cautivado. Si eso es tener un sentimiento castellanista, lo tengo por esa comunión con la tierra y con el entorno más cercano y rural.

P.– Les hablo de ordenación del territorio y de agenda de población y ¿cómo se les queda el cuerpo?

[Silencio y cruce de miradas]

CIFUENTES.– La ordenación del territorio que presentan ahora consiste en provocar en los pueblos más pequeños, mayor desaparición. No vivas en un pueblo alejado y que te pase algo porque eres hombre muerto.

MARTÍN GARZO.– No sé exactamente lo que se está planteando, pero la misión de los políticos es encontrar soluciones e inspirar a la gente. Que convenzan a un campesino de que debe modernizarse, tener ideas. No podemos vivir solamente de los servicios. Es lo que pasa con esta ciudad y con este culto que hay a la hostelería. Está muy bien que haya bares y pinchos muy ricos y unos vinos estupendos, pero eso no es todo. Este país se está transformando en una agencia para colocar a los viajeros.

CIFUENTES.– Valladolid aspira cada vez más a serlo. Está enfocada al turista.

MARTÍN GARZO.– Tiene que ver con que se cubre un vacío, el de otro tipo de actividades productivas. Valladolid tiene industria, pero podría tener más. Disfruto mucho tomándome unos vinos, pero otra cosa es la locura de la gastronomía, que es como el arte más maravilloso que existe, y eso es perder un poco el norte. Hay que cuidar el turismo porque crea un bienestar en la ciudad, pero no tiene que ser lo único. Primero tiene que ser productiva y, también, tener unos eventos en el terreno cultural significativos y de calidad.

P.– Valladolid ya tiene Puente, pero ¿le queda para cruzar el Rubicón?

MARTÍN GARZO.– Quedan muchas cosas para la renovación total. Siempre hay cosas que hacer y nunca se debe de estar contento con lo conseguido. En el terreno de la cultura, el momento actual de Valladolid y del país entero es más pobre. Por ejemplo, en el mundo del libro está el problema de que a la gente no le gusta leer. No se compran libros.

CIFUENTES.– Volvemos a la educación. Las aulas no te empujan a la lectura.

MARTÍN GARZO.– Vivimos en un tiempo lleno de estímulos, pero lo que tiene que ver con el mundo del arte requiere sosiego y apartarse de ese ruido que hay por todos los lados. Para contemplar un cuadro, ver cine o escuchar música uno tiene que quedarse en silencio y dejar que llegue a ti. Con un libro, lo mismo. Uno tiene que quedarse en casa dos o tres horas sin salir, pasando páginas.

CIFUENTES.– También tiene que ver la era digital, que es un enemigo cada vez más grande. Es imposible que alguien joven con poder adquisitivo limitado deje de obtener algo que se logra con un clic. Unido a eso está el 21% del IVA, el maltrato con el que el Gobierno del PP ha sometido a toda la cultura.

MARTÍN GARZO.– Todo el mundo del arte se ha transformado en un consumo más. Quién va a ver una exposición con un deseo de conocimiento, de encontrarse con algo que le perturbe, que le llene más allá de esa vida que vive cada día. Está desapareciendo porque la cultura se ha convertido en un espectáculo más, que ha perdido el poder de conmover y de llenarnos de preguntas. Kafka decía que un buen libro es como una puñalada que recibes en el pecho y poca gente está dispuesta a recibir una puñalada. Por la cultura esa de la felicidad que lo invade todo.

CIFUENTES.– No quieren preguntas.

P.– Muchas veces se dice que ya no interesa la cultura, pero con el conservatorio de León la gente se movilizó para que no lo trasladaran a los bajos del estadio y no se va a mover.

MARTÍN GARZO.– Es un ejemplo de cómo valora ese político la música y de cómo hay gente que espera que esa música aporte algo a sus hijos. Claro que hay una resistencia, por eso seguimos aquí. Es un ejemplo de que la clase política no es demasiado consciente de lo que significa la cultura, de verla como un adorno para que parezca que nos interesa, pero, en realidad, nos la trae al fresco.

CIFUENTES.– Cada vez es más complicado que la ciudadanía plante cara. El miedo no te permite hacer cosas.

MARTÍN GARZO.– Lo más terrible es que el miedo ocupe un lugar en la sociedad y haga que la gente siga votando a partidos a los que no debería votar, pero lo haga por el temor a perder lo poco que tiene si sale otro.

P.– ¿La crisis fue sólo económica o también cultural?

MARTÍN GARZO.– Fue cultural también, pero no sé si coinciden en el tiempo. La cultura es ya un bien de consumo más. Una forma de llenar el tiempo de ocio.

CIFUENTES.– Es en parte por las instituciones y su desapego. Creo que, en Valladolid, Puente y Saravia tienen otra sensibilidad, más emocional que el anterior equipo.

MARTÍN GARZO.– También espero que eso sea así. Se nota un cambio en las formas. Antes se ponía la Feria del Libro donde decía el alcalde y ahora se escucha a los libreros.

P.– ¿Cuánta importancia dan a que la ciudad no haya cambiado en aspectos que durante tanto tiempo se prometieron, como el soterramiento o quitar barreras de los barrios, como en Pilarica?

CIFUENTES.– Con el soterramiento se ha querido hacer una obra faraónica, muy interesante y crucial para la ciudad, con unos presupuestos que han dejado a la ciudad endeudada. Algo que ahora están intentando resolver. Forma parte de la ambición y deseo de la ciudadanía, pero la realidad es la que tenemos en el bolsillo.

MARTÍN GARZO.– Responde al delirio de grandes obras, aunque es cierto que uno de los grandes logros de los últimos años es cuánto mejoraron las ciudades. Valladolid, también.

CIFUENTES.– Todo el centro de la ciudad viene de la mano del ladrillo, pero cuando estalló la burbuja se paró todo.

MARTÍN GARZO.– Ha habido obras disparatadas.

P.– ¿En Valladolid, cuáles?

MARTÍN GARZO.– El edificio de las Cortes me parece desmedido. Podíamos habernos conformado con unas Cortes más modestas.

CIFUENTES.– Claramente. No sé si quienes están en ellas producen tanto como lo que ha costado eso.

MARTÍN GARZO.– El soterramiento sería maravilloso, pero hay que ver si es posible y si es necesario, y si hay soluciones más modestas.

CIFUENTES.– Si eso hace que la ciudad tenga menos barreras, cojonudo. Pero dentro de la cordura y gestionando la economía sabiendo que hay gente con necesidades más básicas.

MARTÍN GARZO.– Claro. El soterramiento no es lo prioritario.

P.– Han mencionado el IVA cultural y la piratería. ¿Son los principales daños?

CIFUENTES.– El principal es la falta de inversión en sensibilidad desde hace mucho tiempo. Cuando la población tiene que tomar la decisión de robar a golpe de clic no tiene ningún prejuicio. El daño más grave es toda la herencia del pasado viejuno inculcado a los chavales en el sistema educativo. Yen todo el franquismo anodino. Parece que es una conversación antigua, pero es un pasado muy cercano, del que nosotros somos resultado.

MARTÍN GARZO.– Es verdad. La manera de enfocarlo es que los políticos fueran conscientes de que la cultura es necesaria para la formación y nos hace mejores. Por ejemplo, no entiendo cómo en Valladolid no hay una filmoteca, que es barata y ofrecería calidad.

P.– ¿Qué revolución queda pendiente?

MARTÍN GARZO.– Muchas. Nadie que tenga una mínima sensibilidad puede sentir que el mundo es justo. Insisto en que hay que cambiar la política económica, pero los políticos son marionetas en manos de los poderes económicos y pueden hacer poco. Aunque ese poco hay que exigírselo y exigirnos también con el voto. Votar de manera responsable y no por miedo a perder lo que tenemos. Tenía que ser más romántico. Si no tenemos sueños, difícilmente construiremos un mundo mejor.

CIFUENTES.– Vuelvo a tirar del valor de los hechos bondadosos de las personas. Es ahí donde se puede obrar una transformación profunda. Hasta que no se cambie el sistema educativo, lo tendremos complicado para cambiar las cosas porque seguiremos generando números, en vez de seres humanos con planteamientos humanísticos.

MARTÍN GARZO.– Esa idea del bien común de Jesús es esencial. En la medida en la que hay un niño que sufre por no tener medicamentos o comida, es un fracaso global. Y hay que hacer que esas historias se escuchen.

CIFUENTES.– Lo que hay es saturación de escuchar esas historias y por eso la gente pierde la sensibilidad.

MARTÍN GARZO.– Al ver al niño muerto en la playa hay que preguntarse qué ha sucedido para que pase delante de nuestros ojos y que el Mediterráneo se haya convertido en un gran cementerio. También la política exige hacer preguntas. En ese sentido, es como el arte, que va unido a la pregunta.

CIFUENTES.– Pero tú estás hablando de la política antigua.

MARTÍN GARZO.– Yo quiero que la política sea una de las bellas artes.

CIFUENTES.– Ya...

P.– Uno escribe historias infantiles y el otro cantó ‘Cuéntame un cuento’. ¿Qué cuentos son necesarios hoy para niños y adultos?

MARTÍN GARZO.– Una de las obligaciones más claras que tienen los adultos es contarles a los niños cuentos y, sobre todo, los de siempre, los clásicos. En ellos está la verdad de los niños. Los adultos deben escucharlos también.

CIFUENTES.– Eso. Para volver a ser ese crío que tú has sido. Absorbente, esponjoso, virginal, que disfrutaba de todo, en sintonía con uno mismo.

MARTÍN GARZO.– Para no renunciar a la creación. El adulto se ha acostumbrado a repetir los mismos gestos. Hay que pensar que el mundo no está cerrado, que debemos participar en esa creación y cada generación debe aspirar a crear un mundo a la medida de esos deseos. Las generaciones adultas que andan lamentándose de cómo se comportan los jóvenes no tienen razón porque cada generación está obligada a crear su propia idea y concepto de la realidad. Eso nos dice la cultura y el mundo del arte.

P.– Concluyan recomendando a Cifuentes un libro y a Garzo, una canción.

MARTÍN GARZO.– Le recomiendo los poemas de Emily Dickinson porque son preciosos y la música tiene que ver con las artes encantatorias. Te envuelve, te embelesa. Es crear un lugar donde todo es posible y la poesía de Emily Dickinson es así. Ella dijo que la poesía es una casa encantada, que el que entra en esa casa, igual que el que se ve envuelto por la música, entra en un lugar en el que todo puede suceder. Cuando vamos a un concierto pensamos que todo puede suceder allí.

CIFUENTES.– Creo que te puede gustar el disco Multiviral, de Calle 13. Se inicia con un texto de Eduardo Galeano. Eso ya dice mucho. Quien escribe las letras está próximo a García Márquez y, más allá de la música, escucha las palabras, que son prodigiosas.

P.– ¿Cómo titularían la canción y el libro de la política actual?

MARTÍN GARZO.– El libro para la nacional, Nunca pasa nada; para la autonómica, ¿Hay alguien ahí? y para la local, Un lugar de espera.

CIFUENTES.– La canción para la política nacional sería Saturno, devorando a sus hijos; para la autonómica, La conjura de los necios, y para la local, La niebla se levanta.

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