DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA
Mujeres que mandan
Cinco perfiles con cargos de responsabilidad en los ámbitos médico, político, empresarial, judicial y policial constatan la desigualdad por género en las altas esferas y prejuicios respecto a la ambición profesional femenina
Cuando Julia decidió hacerse policía no le dejaban acceder al servicio de patrulla porque «no era adecuado» para ellas y cuando Gloria, ya licenciada en Medicina, se puso la bata blanca y el fonendo más de un paciente le dijo ‘que venga el doctor’. Ahora, en lo alto de sus profesiones, algunas cosas son distintas. No todas.
Cinco mujeres que engrosan la parte minoritaria de la estadística, la de los perfiles femeninos al mando y de las carreras profesionales que han derivado en cargos de responsabilidad, coinciden en que, a nivel laboral, «en la base no hay desigualdad» de género, pero constatan que la descompensación es patente, precisamente, donde ellas se manejan: «En el techo de cristal», como define a los puestos directivos Julia González, la superintendente de la Policía de Valladolid –la única mujer en ocupar este cargo en una capital de provincia de todo el país–.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, cinco profesionales en puestos que mayoritariamente ocupan varones hacen un paréntesis en sus rutinas para mostrar su visión sobre la desigualdad y si ésta ha influido en su trayectoria laboral y vital o si, por el contrario, no ha estado presente en sus vidas. El resultado tienes tintes comunes, pero también notables diferencias.
Hablan Lourdes Rodríguez, fiscal jefe de Castilla y León; Julia González, la jefa de Policía Local de Valladolid; Teresa López, alcaldesa del municipio vallisoletano Medina del Campo; Rocío Hervella, socia fundadora de Prosol, empresa de productos solubles puntera internacionalmente, y Gloria Sánchez, jefa de unidad de Digestivo Hepatología del Hospital Río Hortega, de referencia autonómica para trasplantes hepáticos y para procedimientos de alto riesgo en enfermedades hepáticas.
«Lo difícil es llegar», asegura la médico Gloria Sánchez, que explica que, una vez arriba, es «más fácil defenderse». Lo mismo constata la alcaldesa Teresa López, que comenta que resulta «más sencillo hacer valer la igualdad desde posiciones de relativo éxito social».
Julia González las refrenda y certifica que «en la base se está igualando» la figura de ambos, pero «donde se toman las decisiones, no».
Que sólo el 37% de los altos cargos en Castilla y León tenga rostro femenino responde a distintas razones, según a quién de ellas se pregunte. Salvo la socia fundadora de Prosol que no coincide con las demás, el resto apuntan aspectos sociales de un entorno que continúa identificando a la mujer «como la mayor responsable» dentro del ámbito familiar.
En el caso de la carrera fiscal, ese porcentaje se reduce incluso más (sólo el 30%), pese a que ahora está formada mayoritariamente por mujeres. «Ha cambiado radicalmente», indica Lourdes Rodríguez, que achaca la cifra a un relevo de generaciones que aún no se ha producido. «Cuando yo entré, había muchísimos más hombres y esos son los que ahora están al mando, pero cuando se jubilen la cosa cambiará porque somos más», comenta.
Una explicación similar aporta la empresaria Rocío Hervella, que se distingue porque no aprecia «ningún tipo de diferenciación» por razón de sexo en los distintos ámbitos empresariales en los que se ha movido. Opina que se trata de «un cambio generacional que aún hay que pasar para llegar a una siguiente etapa» y que estamos «en una situación de cambio en marcha».
Sin embargo, la regidora de Medina, partidaria de la discriminación positiva, sostiene otra teoría: «Si a los hombres no se les obliga por ley a asumir a la mujer dentro de la esfera de dirección, no nos admiten». Esto lo extrapola a las empresas, a las listas electorales y a la Administración pública.
La jefa de la Policía de Valladolid y la especialista en Hepatología están de acuerdo en que, además, responde a una cuestión más personal de algunas mujeres, influenciadas por un contexto social que «sigue viendo mejor el ascenso profesional de un hombre, que el de una mujer», sobre todo, si ha formado una familia, aseguran ambas.
Gloria Sánchez señala, por su experiencia, que «se tolera mal que una mujer sea ambiciosa en el buen sentido de la palabra». La fiscal jefe también indica que, todavía hoy, «el éxito profesional de un hombre se aplaude y el de las mujeres no se aplaude tanto y se adjetiva de mayor ambición». Para la jefa de Policía, «ascender y progresar son cuestiones que en el hombre se dan por supuesto y no se plantean» porque asegura que, a menudo, cuando hay hijos ellas «les suplen en su atención». Para la alcaldesa vallisoletana, «si una mujer se muestra muy seria y manda es una bruja; si es un hombre, es responsable».
Pese a estos puntos de vista sobre la pervivencia de pensamientos machistas, estas cinco profesionales, que también son madres, aseguran que no se han visto perjudicadas en su trayectoria laboral por ser mujeres, aunque alguna ha recibido –sobre todo en los inicios– algún comentario inapropiado. La mayoría relata un mayor coste emocional por conseguir lo mismo que otros varones.
La jefa de la unidad de Digestivo del Río Hortega indica que en ocasiones se ha encontrado con prejuicios de otras mujeres, que «no entienden bien que se tenga un perfil diferente al típico». «Ven mal que no atiendas a lo que se supone que te corresponde», señala.
Sánchez afirma que para escalar en su vida laboral en el sector sanitario resultó fundamental que su matrimonio fuera entre iguales, que su marido le apoyara y viceversa. Con 34 años, una niña de cuatro y embarazada de otra, se marchó becada a Estados Unidos. Su marido y su hija se quedaron en Valladolid. «Estoy donde estoy gracias al aspecto personal. Tengo un marido que me respeta como persona y como profesional, igual que yo a él. Por él también hago lo mismo», cuenta. «Es cuestión de entender que no se trata de hombres o mujeres, sino de respetar las inquietudes profesionales del otro».
Una historia similar relata Julia González para narrar su ascenso en el cuerpo de Policía. «Al principio mis compañeros dudaban de que fuéramos capaces de prestar el servicio. Todo se ha normalizado, pero seguimos siendo menos mujeres», indica y añade que para llegar al momento actual ha sido decisivo que en su matrimonio se han «respaldado mutuamente».
Esta policía incide en la importancia del vocabulario y su significado: «Él no ha colaborado, sino que hemos compartido la tarea de criar a un hijo –el suyo ahora tiene 24 años–, con el respaldo de la familia», indica. «El entorno familiar es muy importante para que una persona –hombre o mujer– pueda ascender en su trabajo».
En este punto, Lourdes Rodríguez, la fiscal jefe de Castilla y León, ve un problema de calado. «Me ha costado más esfuerzo que a otros compañeros varones estar donde estoy». No lo señala por haber sido objeto de ningún tipo de discriminación dentro de la carrera fiscal, sino por «el esfuerzo psíquico y físico» de compaginar hijos y trabajo. «A partir de la maternidad supone más esfuerzo y carga emocional para llegar al mismo sitio que un hombre».
Aunque incide en que nunca se ha sentido infravalorada –al contrario, siempre ha sentido el respeto de la profesión– destaca que la mujer «sigue asumiendo una serie de cargas» y opina que «en el nivel formal se ha avanzado en igualdad de derechos y oportunidades, pero no se ha avanzado del todo en conciliación».
Para dar la vuelta a esta situación, ve una receta sencilla en su enunciado, pero que cree que aún no ha calado en toda la sociedad: «Hay que compaginar ambas facetas. La profesional y la personal. Si durante un determinado periodo la balanza del tiempo de dedicación se inclina más hacia la profesión que a la vida privada no debería suponer reproches». Ni de una misma, ni de nadie del entorno, matiza esta licenciada en Derecho, que considera que la igualdad «debe empezar en el hogar».
También la alcaldesa Teresa López cree que los roles masculinos y femeninos «continúan siendo demasiado diferentes» dentro de casa y critica que la igualdad a veces se queda en palabra y promesas «y no se dan los pasos efectivos por la igualdad».
Rocío Hervella asevera que en su mundo, el empresarial, «cada vez hay menos diferencia en este aspecto» y que crear una familia «afecta tanto a hombres como mujeres», pero reconoce lo que a ella más le ha costado es «encontrar estabilidad en el cuidado de los hijos». Por ello, reclama que se establezcan medidas efectivas «para dignificar la profesión del cuidado de los hijos y las personas dependientes». También habla de cambios de horarios y de adaptar los aspectos fundamentales de la vida diaria «para poder conciliar».
Hervella, que se muestra «contenta» porque «cada vez hay más» mujeres al mando, aboga por incidir más en la educación para que no haya motivos por los que celebrar este día, en el que ella preferiría centrarse «en ofrecer empleo a los jóvenes», sin tener en cuenta el género.
También insiste en educar en los valores adecuados para que la violencia machista deje de ser una lacra. «Es un tema cultural que requiere muchísimo esfuerzo en educación».
En esto coinciden las cinco: en la educación para combatir esta violencia, que Julia González, desde la perspectiva que le da su trabajo policial, alerta de que se topa con nuevos aliados: «Muchos jóvenes están dando un paso atrás en la igualdad. Muchas chicas justifican conductas de sus novios que nosotras no hubiéramos permitido».
Las cinco responden contundentes también a ese 25% de brecha salarial con el que las estadísticas separan a varones y mujeres. Las cinco lo reprueban y reconocen que en su entorno no sucede. La fiscal jefe de Castilla y León señala la diferencia entre el sector privado y público, donde los sueldos están estipulados al margen de quién ocupe el cargo. Eso sí, califica de «intolerable en una sociedad desarrollada que una mujer gane menos desempeñando las mismas funciones que un hombre». Creen que cuando esto cambie, será una prueba contante y sonante de una igualdad total.