«Llega a obsesionarte y hace mella en la pareja»
Testimonio de Begoña, una mujer que se ha sometido a uno de estos tratamientos
Después de seis «larguísimos» y complicados años era su última oportunidad de conseguirlo a través de la Sanidad pública. «Era ahora o nunca y tuve suerte». Begoña se quedó embarazada en el último ciclo de fecundación in vitro que Sacyl le financiaba. Financia tres.
Begoña, que ya dejó todo el arduo proceso atrás y ahora está feliz con su bebé, reconoce que acudir a la reproducción asistida desgasta emocionalmente, que «hace mella en la pareja» porque durante ese tiempo todo gira en torno a ello y, hasta que se consigue, el fracaso y la frustración se repiten cíclicamente. «Es muy metódico, muy frío y poco natural y la pareja tiene que ser muy fuerte porque hay momentos en los que uno quiere tirar la toalla y el otro no. Se convierte en el objetivo único y se pasa mal».
Cuando empezó a intentarlo de forma natural no había entrado en la edad de riesgo –a partir de 35 años– y no estaba estresada. Pero en cuanto empezaron a pasar los meses y hasta los dos años el nivel de ansiedad aumentaba y el agobio les cayó encima como una losa. «Pasaban los años y no nos quedábamos embarazados. Ves que el tiempo corre y, encima, todo el mundo te dice que si estás agobiado no te quedas y entonces te agobias más y no hay manera. Es cómo un círculo».
Para saber qué pasaba acudió al ginecólogo tras dos años de intentos. Allí empezó otro «suplicio» que se prolongó cuatro años más. La plenitud de tener en sus brazos a su pequeño Jaime, a un mes de su primer cumpleaños, hace que lo recuerde con distancia. «Fue horrible. Lloras mucho, te deprimes y ser madre llega a obsesionarte».
En esos momentos se planteó la adopción. Pero lo escuchado por conocidos que le alertaban de lo tedioso del proceso y de las largas esperas le hizo desecharla.
La posibilidad de acudir a otro país para conseguir ser madre por vientre de alquiler no entró en sus opciones, pero asegura que comprende a quienes optan por esta alternativa. «No me lo había planteado, pero si alguien quiere tener un hijo y es la única opción que tiene no lo veo mal», señala.
Si volviera atrás, repetiría sus pasos, pero advierte a quien se embarque en esta aventura que «hace falta fuerza para resistir». Ahora mira a Jaime y lo anterior ya no cuenta.