Campillo: «El periodista hace falta; internet es una selva de mentiras»

El auge de las redes sociales y de las nuevas tecnologías «ha puesto patas arriba» la profesión periodística en los últimos años y se ha convertido en una amenaza para los medios de comunicación tradicionales pero, lejos de lapidar su futuro, les abre una nueva alternativa de trabajo donde adquieren más relevancia, pues se convierten en la herramienta «crucial» para saber la verdad, en mitad de la lluvia de mensajes.

Para el director de Marca, Óscar Campillo, «el periodista hace más falta que nunca porque internet es una selva llena de mentiras y de trampas» y consideró que «una sociedad de blogueros donde nadie sepa de quién fiarse será el apocalipsis», ya que el país será «mucho más vulnerable», reflexionó, y quedará «en manos de quien tenga más dinero y menos escrúpulos».

En una conferencia organizada por la Asociación de Directivos de Comunicación Dircom de Castilla y León titulada Mi experiencia en los medios, que tuvo lugar ayer por la tarde en la Cámara de Comercio de Valladolid, el responsable del diario más vendido de España incluso comparó las redes sociales con la pólvora, pues resultan peligrosas si se les da un mal uso.

En este escenario, Campillo confió en que el declive de los medios pueda encauzarse si se vuelve a la honradez o la independencia, valores que consideró, «nunca se debieron abandonar».

«Vienen buenos tiempos para el periodista y el director de comunicación si escuchamos y debatimos porque la verdad ha dejado de importar demasiado aunque la comunicación se haya ensanchado. Por eso el periodismo es fundamental si actuamos de manera profesional y con rigor. Va a ser tan necesario como el agua», razonó el leonés.

Pero a pesar de las interesantes posibilidades que se vislumbran para los profesionales de la comunicación, el que también fuera director de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN durante una década, antes de impulsar el nacimiento de Radio Televisión Castilla y León, encendió la señal de alerta si no hay un cambio en el modo de trabajo. «Si seguimos por este camino, ya no nos necesitan».

Por ello, insistió en recuperar la independencia y en «volver a los valores sagrados», pensando en contar la realidad a los lectores sin jugar al poder, perder la perspectiva o cruzar líneas rojas. Ganarse una buena reputación para mejorar la imagen de la empresa donde se ejerce la profesión.

«En la crisis de la prensa han influido varias cosas, entre ellas una falta de credibilidad que nos hemos ganado a pulso por el exceso de manipulación. Nos creemos que las conexiones con el poder nos aportan influencia pero son los lectores los que debemos tener entre ceja y ceja. Si les engañamos, nos abandonan [...] Hablamos de que la gente abandona los partidos tradicionales y a los periódicos les pasa lo mismo», subrayó en su intervención.

En este escenario de desconfianza en la credibilidad de las fuentes, donde lo que se difunde en las redes «no se sabe si es verdad o mentira» Óscar Campillo apostó por el valor de las marcas, aunque no auguró un futuro próspero para el papel, pues «cae y cae y no se consigue parar la sangría de ninguna manera».

Por eso vaticinó sólo la resistencia de «pocas cabeceras» que tendrán un precio elevado de venta al público, entre ellas las regionales por el «apego». Eso sí, con buenos contenidos acordes a las exigencias de los lectores, estimó que estarán dispuestos a pagar incluso tres o cuatro euros por ejemplar.

También es necesaria una vuelta de tuerca en los medios de soporte digital de cara a que puedan sobrevivir de manera independiente, destacó Campillo, para quien se «ha metido la pata» al «extender su gratuidad».

Inquieto, revolucionario, tozudo flexible o generoso fueron algunos de los calificativos que el director general de RTVCyL, Eduardo Álvarez, empleó en la presentación de este periodista que recordó a los futuros profesionales de los medios cuatro pilares para poder ejercer: vocación, porque es apasionante pero complicado; trabajo, porque nunca se detiene; suerte y paciencia, pues se trata de un trabajo de crecimiento lento basado en la acumulación de experiencias.