De la crisis local a vender TIC al mundo
La tecnológica Connectis pasa en cinco años de depender de un sector público que dejó de invertir a vender sus soluciones móviles a empresas de Arabia Saudí, Inglaterra, México o a Aena / El último año facturó 5 millones entre Boecillo, Ávila y León
Del coma inducido a la vitalidad. La historia de Connectis en Castilla y León es la de una empresa tecnológica que despertó porque despertaron sus empleados, que cuando vieron que la crisis menguaba peligrosamente el negocio «no se sentaron a esperar a que la solución llegara». La solución eran ellos. De ello dan cuenta hoy sus jefes.
Dedicada a varias vertientes del sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y destacando en el área de movilidad, presencia on line y soluciones para el sector sociosanitario, la delegación de Valladolid de Connectis –creada hace 18 años y complementada desde hace dos con la de León y Ávila– estaba entregada al sector público.
Hace cinco años su principal cliente era la Junta de Castilla yLeón y su mercado «100% la Comunidad». Pero con los apuros económicos este grifo se cortó. «El negocio público cayó a más de la mitad», indica Graham Johnson, consejero delegado de la empresa, que pertenece al grupo Aurelius Invesment.
Con 60 empleados por entonces –que ahora gracias a adquisiciones de otras compañías alcanzan los 120– la plantilla, experta en tecnología, decidió que la única salida era la que le llevaba más allá de los límites de Castilla y León. Decidió mostrar sus posibilidades fuera del mercado autonómico y asaltar el internacional. Entonces empezaron los viajes, las llamadas y las clases de inglés, «muchas», constata la responsable de Castilla y León, María José Ingelmo.
«No teníamos comerciales y el equipo de gestión se convirtió en comercial, se metieron en aviones y se plantaron en Inglaterra, Arabia, Bélgica, México... para vender lo que sabían hacer, sus proyectos. Algunos aprendieron y otros perfeccionaron inglés, se dieron cuenta de que no podían esperar a que les solucionáramos las cosas porque si esperaban morían», relata Johnson, que pone a Valladolid como «ejemplo de un pequeño caso de éxito de lo que España debió hacer en la crisis».
Hoy las cifras hablan por sí solas y los proyectos por ellos. Sólo la oficina vallisoletana trabaja para ocho países. Las conversaciones de quienes no tenían experiencia en vender fructificaron. El último año el grupo –que tiene 2.500 trabajadores– facturó en Castilla y León alrededor de 5 millones de euros.
Entre los principales proyectos existen cuatro que han traspasado la frontera castellano y leonesa y que tienen vocación de llegar a más continentes. «Trataremos de venderlos a más países, de no desaprovechar el conocimiento adquirido».
Uno de ellos consiste en una aplicación móvil de banca electrónica para una entidad de Arabia Saudi por la que los usuarios gestionan cuentas, tarjetas, pagos... y actualmente registra ya un millón de descargas.
Algo más cerca geográficamente está el desarrollo de una segunda fase de una aplicación móvil de Aena. El pilotaje se desarrolla ya en el madrileño Barajas y en el Prat, en Barcelona. Es la segunda fase de una primera aplicación que también desarrolló Connectis, que facilita la información del vuelo, mapas y la gestión en el aeropuerto. Esta evolución permite que el usuario, una vez acepte que el dispositivo móvil le localice, reciba mensajes según la zona en la que se encuentre. «Desde promociones, si pasa delante de un comercio, a información sobre su vuelo delante de facturación o que cuando llegue al parking le avise de dónde tiene el coche».
Estos sistemas los presentará en Inglaterra, donde ya ha abierto líneas de negocio. Para RAC, el club del automóvil en Birmingham, desarrolló una web móvil para los clientes.
Uno de los principales objetivos comerciales es también Latinoamérica, donde el grupo cuenta con una fuerte presencia. Desde Boecillo ha realizado la adaptación e implantación de los sistemas de gestión aeroportuaria del grupo de Aeropuertos del Pacífico, con sede en Guadalajara (México), con el que da servicio a 12 aeropuertos de la costa pacífica del país azteca.
De aquellos primeros pasos en el exterior cuando no tenían experiencia en la internacionalización queda un poso: además de una forma de trabajar, el contacto con aquellas zonas es más fluida. Tanto que un miembro del equipo vallisoletano lleva ya un año instalado en Londres con su familia y sirve de puente comercial. Otro viaja con una frecuencia bisemanal a Arabia y otro hace lo mismo con México.
«Pertenecer a una multinacional también facilita que se abran puertas», comenta María José Ingelmo. Pero Johnson replica: «Llevábamos 20 años haciendo proyectos y no vendíamos fuera nada. A raíz de la determinación y el entusiasmo del equipo cuando empezó la crisis empezamos a hacernos un hueco fuera».
Johnson explica que antes, cuando el grupo tenía que realizar un proyecto de innovación, se repartía entre sus distintas sedes. «Ahora si tiene que ver con soluciones móviles pensamos en Valladolid».
Los centros de Ávila y León trabajan en modo factoría, «con menos innovación y desarrollando a medida distintas tecnologías».
El negocio de Connectis de Castilla y León se reparte hoy en tres ámbitos geográficos: el autonómico, el nacional y el internacional. En la parte que atañe a Castilla y León continúa trabajando con empresas privadas, pero también con el sector público. Su principal encomendación es el desarrollo y mantenimiento del sistema de acceso a los Servicios Sociales de la Junta, que diseñó hace ya siete años. En el mismo terreno social participa en el desarrollo de una plataforma de gestión única del espacio sociosanitario de Extremadura.
Tanto Ingelmo como Johnson aseguran que todavía la Comunidad no apuesta por el sector. «Aún no valoran las TIC. Sólo las ven como algo necesario soportar su negocio, como un gasto sin más y no se dan cuenta de que esto les haría crecer».
Ambos creen que los empresarios de la Comunidad tienen poca visión empresarial de largo recorrido. «Castilla y León es muy cortoplacista y aquí trabajamos por proyectos breves. En Madrid, por ejemplo, son de más larga duración. Así que constantemente hay que vender y buscar la siguiente cosa porque si no rápidamente el negocio se cae», indica Johnson.