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Cultura

«Sorprende el entusiasmo y la calidad de la OSCYL»

Entrevista a Eliahu Inbal, director de orquesta. El que será Principal Director invitado de la OSCyL la próxima temporada, dirige hoy y mañana a la formación en el Auditorio de Valladolid, interpretando la Sinfonía Nº7 ‘La canción de la noche’ de Mahler

Eliahu Inbal, director de orquesta.-Pablo Requejo

Publicado por
Agustín Achúcarro
Valladolid

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A veces las orquestas se encuentran con directores excepcionales, por mor de una serie de circunstancias que al darse propician esa relación. La Orquesta Sinfónica de Castilla y León no es ajena a esta suerte de situación, representada ahora en la figura de Eliahu Inbal, quien desde la próxima temporada será su Principal Director invitado. Y hoy y mañana les dirigirá la Sinfonía Nº7 la canción de la noche de Mahler, en el Auditorio de Valladolid. El propio Inbal, al concluir esta entrevista, proclamó gozoso: ¡Es el amor a primera audición, porque aquí he encontrado la felicidad!.

Pregunta.– ¿Por qué aceptó ser Principal Director invitado de la OSCyL?

Respuesta.– Me sorprendió la calidad de esta orquesta, su entusiasmo, el calor humano con el que tocan y el que eran capaces de interpretar las obras de la misma forma que se hace en Austria o Alemania. Una cualidad en la que posiblemente influya la multinacionalidad que hay en la orquesta.

P.– ¿Cómo piensa desarrollar su labor la Temporada 2016-2017?

R.– Voy a trabajar en función del repertorio que vamos a tocar, diferente a Mahler y Bruckner, que son excelentes medios para hacer una orquesta.

La OSCyL no necesita nada en concreto, pero el repertorio de la próxima temporada permite trabajar determinadas facetas: matices, color y expresión con Shostakovich, la delicadeza orquestal y el color con Ravel o el ritmo con Stravinski. Son obras que nos posibilitan ahondar en determinadas facetas de la interpretación.

P.– Háblenos de su vinculación con Mahler.

R.– La primera vez que escuché a Mahler fue un choque en mi vida, porque sentí que su música estaba compuesta para mí. Fue impresionante la primera vez que dirigí la Sinfonía Nº9 de Beethoven o la ópera Don Juan de Mozart, y con ellas descubrí cosas maravillosas, pero con Mahler fue más allá, pues yo me encontré identificado ante esta música y supuso un cambio en mi vida.

En cada sinfonía suya está el mundo entero, todas las aspiraciones del ser humano, el llanto, la decepción de la vida, las esperanzas, el fracaso, el ideal de la resurrección. Por eso es tan moderno y hoy en día le comprende todo el mundo.

P.– Y su Sinfonía Nº7, que dirigirá hoy y mañana.

R.– Es muy abstracta, y por esto es muy difícil de interpretar, pues es más filosófica al hablar de la vida. Es una sinfonía en la que Mahler no se refiere a su vida en concreto, sino que toma una distancia y reflexiona sobre ella como concepto. Es muy completa, técnicamente muy difícil, muy virtuosa para los intérpretes, y la OSCyL la ha trabajado muy duro, por lo que espero que salga bien.

P.– ¿Cómo es su labor ante esta obra?

R.– El trabajo que realizo con la orquesta tengo que sentirlo primero yo mismo, para tener la capacidad de trasmitirlo, y cuando dirijo siento que Mahler me dice por dónde debo ir, aquí un poco más rápido, aquí un poco más lento, aquí dale más intensidad. Así que doy pocas instrucciones y el resto lo trasmito directamente a través de mis sensaciones.Por ejemplo, el Scherzo es increíble, es muy rítmico, un poco misterioso y diabólico, y luego más etéreo, y vuelve a aparecer lo diabólico.En esta sinfonía es todo nuevo, el empleo de la mandolina, la guitarra, el uso de las tonalidades... Schoenberg, Berg, e incluso Boulez adoraban a Mahler.

P.– Con su experiencia de tantos años, cómo se plantea la música, la vida.

R.– En relación a la música sinfónica, la ópera, la gente se pregunta si tiene futuro, si desaparecerá ante el ordenador, el smartphone o la tablet. Yo creo que no, al igual que el teatro, la pintura o la literatura, porque el ser humano necesita expresarse a través de estas artes. Cuando empecé a dirigir y gane el Premio Cantelli me dijeron que no había futuro para la música, pues la gente que estaba en la sala era muy mayor. Treinta años después sigue pasando lo mismo, aunque ahora hay más jóvenes, luego hay futuro.

P.– Y para Inbal…

R.– Para mí la música es la vida, es la manera de sublimarla, de tener una religión, de estar en contacto con el mas allá. Tengo un amigo Premio Nobel, que es neurólogo, y me dice: ‘Eliahu, debes saber que mas allá no hay nada, lo tenemos dentro de nosotros mientras vivimos’. Y para mí ese más allá es la música, que está en mí y que me permite salirme de mí mismo.

P.– ¿Qué proyectos le aguardan?

R.– (Sonríe) El más importante: tener buena salud y ser feliz, y para eso necesito la música y la familia. Como los gatos, nuestra misión es reproducirnos, pero al margen de esa cuestión biológica se necesita un lado espiritual, en mi caso está la música. Buda dijo que estamos aquí para evitar la desgracia, y yo creo que estamos aquí para buscar la felicidad.

¡Menudo proyecto!. ¡Ése es mi proyecto!.

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