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CULTURA

El diálogo social de la música y la danza africana

El centro cívico Bailarín Vicente Escudero acoge un espectáculo del grupo Af Ndanza

Un momento desgarrador del espectáculo-J. M. Lostau

Publicado por
Estibaliz Lera

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Son jóvenes, entusiastas, apasionados y aspiran a cambiar su entorno con la música y la danza. Luchan contra sus tradiciones, la pobreza, el racismo y las costumbres. Tienen pasados complicados. Sin embargo, muchos son ejemplo de lo que predican y son referente para las generaciones actuales de África. Así son los integrantes del grupo Af Ndanza; chicos que se abren paso entre auténticos dramas familiares y sociales, rompen moldes y deciden ir a contracorriente para poder contar sus desgarradoras historias y las de su país a través de su cuerpo y los timbales. Sin necesidad de palabras.

Esta compañía ugandesa aterrizó ayer con toda su energía en el centro cívico Bailarín Vicente Escudero e hizo que el público vibrara con un espectáculo «moderno y conmovedor» que retrata un continente, el africano, «lleno de contrates».

Dividido en dos partes, con una duración de 30 minutos cada una, los bailarines mostraron una forma diferente de danzar y de vivir. «La actuación es algo diferente a lo que cualquier persona haya visto antes. Sorprende con espectaculares giros a cámara lenta», explica Elisabeth Michot, presidenta de la asociación Música Para Salvar Vidas.

En el primer acto, los intérpretes pusieron sobre el escenario las dos Áfricas, por un lado, la belleza, el ritmo y la alegría, que contrapusieron con la miseria existente en un lugar prácticamente olvidado. «Toques impresionistas que describen esta tierra. Combinan teatro, mimo, expresión corporal y danza contemporánea».

En el segundo pase se escenificó una pequeña obra de arte que critica la práctica de la mutilación femenina que, pese a la expresa prohibición de Naciones Unidas desde 2003, «desgraciadamente sigue vigente en algunos territorios».

Este espectáculo llamado Black dance lleva ‘girando’ por toda España desde hace dos años. En este tiempo, este singular grupo ha ofrecido más de 500 conciertos y ha cosechado notables éxitos gracias a la plasticidad de su movimientos y al mensaje silencioso transmitido en cada uno de sus pasos y acordes.

Sin embargo, según cuenta Michot, la situación es «complicada». «Desde hace varios meses no se apoya el arte y es complejo que la gente venga a nuestros conciertos si no se promocionan».

Para esta francesa afincada en Segovia desde hace 40 años, este proyecto social es «su vida». «Siempre me he dedicado a la música y soy muy feliz haciendo lo que me gusta», subraya, para añadir: «Los chavales están muy contentos porque, por fin, pueden sacar el talento que llevan dentro y mostrárselo a los demás».

Todas estas actuaciones sirven para financiar un orfanato en Uganda que recoge desde el año 2005 a niños que han sido víctimas de abusos y abandono. «Los jóvenes que ahora se encuentran allí cayeron en nuestras manos sin que nos diéramos cuenta. El proyecto prácticamente se nos vino encima, pero ahora estamos muy contentos, porque ayudamos a estos chicos a tener un futuro y a vivir con ilusión», concluye.

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