Cerrar

la espuela: Sonia Ruiz Escribano, jugadora de baloncesto

«Haría un tapón a los que tienen la silla de ruedas en la cabeza»

«¿Puedo sacar la garra como el león de la Metro?», propone al fotógrafo. Una fiera dentro y fuera de la pista. Fichada por el Fundación Grupo Norte, es una de las tres mujeres del equipo de baloncesto adaptado. También juega en la selección española femenina. Y entrena a la escuela de jóvenes

Sonia Ruiz-Pablo Requejo

Publicado por
Esther Neila
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Nació en La Unión (Murcia) y reconoce que habla panocho cuando se enfada. «Me sale el ‘acho’ y el ‘pijo’, dos palabras que sirven para terminar cualquier frase», cuenta. Es una de las mejores jugadoras de baloncesto adaptado del país y ésta es su tercera temporada en Valladolid. Escurridiza en la cancha, su fuerte es la defensa.

Pregunta.- ¿Cómo fue su entrada en el mundo del baloncesto?

Respuesta.- Siempre me gustó el deporte y jugaba al voley y al fútbol sala, mi pasión. Cuando tuve el accidente, en el 99, estuve ingresada en el hospital de parapléjicos de Toledo. Allí vi entrenar al equipo y me pareció muy curioso por la distribución de los espacios y las sillas: es como una partida de ajedrez, tienes que estar pensando todo el rato.

P.- Y en ese tablero, ¿es la reina?

R.- Soy un peón con mucho movimiento. Un peón primo del rey, ja, ja.

P.- Juega en un equipo mixto. ¿Tiene la suerte de compartir vestuario con sus compañeros?

R.- ¡Me niego! Siempre pido uno para mí. Si estuviese Cristiano Ronaldo... pero el más guapo del equipo es mi pareja y ya lo veo en casa, je, je.

P.- A Toni Nadal se le antojaba «incómodo» que una mujer entrara en el vestuario del equipo de la Davis. Y Matt Walsh dijo que no aceptaría órdenes de una mujer entrenadora. ¿Queda mucho por hacer en ese terreno?

R.- Sí, queda mucho. En el deporte femenino no hay problema: hay mujeres árbitro, entrenadoras… Nos ven iguales a ellos. Pero en el momento que me metes en su campo… hmmmm.

P.- Cuentan que es muy supersticiosa. ¿Cuáles son sus manías?

R.- Tengo muchas. Antes de un partido siempre como lo mismo –pasta a la carbonara– y bebo dos vasos y medio de agua, aunque no tenga ganas. No me puedo depilar ese día, sino obligatoriamente el día antes. Y siempre juego los partidos con el mismo top deportivo y las mismas bragas, unas de lunares. Aunque las tenga que lavar a mano y secarlas con el secador.

P- Ahora le toca viajar por Europa. ¿Siempre con la maleta hecha?

R.- Sí. Y ya empiezan a pesar los viajes, ¿eh? Llego hecha polvo. Pero cuando estoy allí y pita el árbitro se me olvida todo.

P.- Anda que como un día le pierdan el equipaje y no pueda jugar con su ropa de la suerte...

R.- ¡Me moriría! ¡Que me pierdan antes la silla! Sin esas bragas no puedo jugar. ¡Qué agobio, no lo había pensado nunca! ¡Las voy a tener que llevar en el equipaje de mano!

P.- ¿Dónde le hacen más faltas personales: en la cancha o por la calle?

R.- En la calle, muchas más, por las barreras arquitectónicas.

P.- ¿Alguna en la ciudad que le moleste especialmente?

R.- No. Valladolid es bastante accesible, una de las mejores ciudades donde he estado.

P.- ¿Las barreras más insalvables están en los bordillos o en las cabezas?

R.- ¡En las cabezas! Yeso que hemos avanzado mucho. Mi madre me contaba que había una vecina en silla de ruedas y que no la conoció hasta que murieron los padres, cuando la señora tendría unos 50 años. Vas a otros países y eres uno más, pero aquí todavía sigues siendo la persona de la silla de ruedas.

P.- ¿A qué se dedica en sus tiempos muertos?

R.- Aprovecho para estudiar. Ahora voy a terminar Técnica en Actividades Físicas Deportivas. Me falta la asignatura de ‘salvamento y socorrismo’, porque me tienen que adaptar las pruebas. Mientras, me voy a apuntar en la Escuela de Idiomas, para certificar mi nivel de inglés. También chapurreo italiano. Bueno, hablo por los codos y por eso sé hasta lengua de signos, je, je. 

P.- Como entrenadora se confiesa mandona. ¿Saca mucho el látigo con los chavales?

R.- Sí, soy muy estricta. Iba para militar y creo que tengo un punto mandón ahí frustrado. Pero las madres me adoran, porque trato a los jugadores como uno más. No pienso ‘ay, pobrecito’. Nunca les exijo nada que no puedan hacer, pero me pongo firme. Y si me dicen:‘Ay, es que no puedo’, les respondo: ‘sí puedes, sí’.

P.- ¿A qué jugador le gustaría robar un balón?

R.- A Patrick Anderson, un súper jugador de baloncesto en silla de ruedas. Tengo esa espinita clavada. Antes tenía una lista con muchos otros nombres de jugadores con los que me gustaría jugar antes de retirarme, pero los he tachado a todos y sólo me queda él.

P.- ¿Jordan o LeBron James?

R.- Jordan. Me encantan las fintas y él es el maestro. La gente suele buscar en Youtube ‘las mejores jugadas de la historia’. Yo busco: ‘las diez mejores fintas de Jordan’.

P.- ¿Epi o Rudy Fernández?

R.- Hmmm... Rudy Fernández. Me gusta mucho la ensaimada voladora. Aunque me gusta aún más su hermana Marta, jugadora de la selección femenina ya retirada.

P.- ¿Amaya Valdemoro o Alba Torrens?

R.- Amaya. Me identifico mucho con su fuerza.

P.- Con la fuerza de sus brazos, ¿a quién le gustaría ganar un pulso?

R.- ¡A mi hermano pequeño! Antes le ganaba pero desde hace seis años es imposible. Y desde entonces siempre que voy a casa dice: ¡venga, reconoce quién es el fuerte de casa!

P.- ¿A qué político pitaría falta antideportiva?

R.- A todos. No me cae bien ninguno. Siempre me gustó más la izquierda, pero soy apolítica.

P.- ¿Quizás porque todos echan balones fuera?

R.- Todos, sí. Cuando se puso de moda Pablo Iglesias pensé ‘anda, mira, a lo mejor el coletas éste…’. ¡Pero si es que es inaguantable también! ¿De dónde has salido, señor raro? Ahora me empieza a llamar la atención un poquito Ciudadanos.

P.- ¿En la ducha le da al cante jondo?

R.- ¡Mogollón! Mi especialidad es Camarón de la Isla y la Niña Pastori. ¡Lo bordo!

P.- ¿Si?

R.- Que va, soy malísima cantando, ja, ja. No tengo compás ni para tocar las palmas. Pero me encanta la música y el flamenco. Me tira para mi casa, para mis raíces.

P.- Una canción de Los Delincuentes para desayunar.

R.- La primavera trompetera.

P.- Si fuera una película, ¿cuál sería?

R.- Cincuenta primeras citas. Es sobre una chica que tiene una enfermedad y cada noche olvida lo que ha hecho durante el día. Yyo soy muy despistada. Tanto que mi compañero me llama Dory, la de Nemo.

P.- ¿Cuál es tu mejor cualidad?

R.- Mi fuerza. No la física, sino la de aquí [señala su cabeza] Siempre tiro p’alante con todo.

P.- ¿Y su mayor capacidad?

R.- Mi mayor capacidad es que no tengo ‘dis’ delante. No me siento discapacitada. No me siento inferior.

P.- ¿A quién le haría un tapón?

R.- A todo el mundo que tenga la silla en la cabeza.

P.- En su vida cotidiana, ¿se coge muchos rebotes?

R.- Antes sí. Ahora con la edad he aprendido a ser más tranquila.

P.- La última, sobre la bocina: ¿con qué sueña Sonia Ruiz?

R.- Con formar una familia. Ahora ya sí. El año pasado hubiera respondido que jugar unas Paraolimpiadas, porque era mi otro sueño, pero llevo tantos años persiguiéndolo que ya me estoy aburriendo.

Cargando contenidos...