Diario de Valladolid

Patrimonio

El Museo de San Joaquín y Santa Ana cerrará por falta de ayudas

Las hermanas bernardas lo han mantenido abierto a su costa y han decidido clausurarlo en mayo / Contiene tres goyas, ricas tallas y telas y el paso a una iglesia que representa al mejor Sabatini

Los visitantes contemplan, ayer, los tres grandes lienzos de Goya en la Iglesia del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana-P. REQUEJO

Los visitantes contemplan, ayer, los tres grandes lienzos de Goya en la Iglesia del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana-P. REQUEJO

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Miguel A. Vergaz

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Valladolid está a punto de perder uno de sus enclaves culturales. Las hermanas bernardas que residen en el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana decidieron ayer que cerrarán las puertas de su museo el próximo mes de mayo, ante la imposibilidad de sufragar los gastos y la ausencia de ayudas por parte de las administraciones.

Si nada lo remedia, tras 36 años desde que fue abierto, los visitantes dejarán de acudir a contemplar un patrimonio en el que destacan cuadros de Goya, tallas de Pedro de Mena y de GregorioFernández (como el Cristo Yacente que procesiona la cofradía del mismo nombre) y ricos trabajos textiles y orfebrería. Además, la visita incluye entrar en la pequeña iglesia proyectada por Francisco Sabatini, arquitecto de Carlos III que prefería este trabajo de Valladolid a su celebérrima Puerta de Alcalá.

El museo está en un edificio levantado en 1779 en la Plaza Santa Ana, que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1955 por, entre otras virtudes, la excepcional disposición de las claraboyas que iluminan seis lienzos, tres de ellos encargados a Francisco de Goya –La muerte de San José, Santa Ludbarga y San Bernardo y San Roberto–, que suponen la rara ocasión de ver las obras del maestro para el lugar en que fueron creadas.

Sor Ana María, superiora del convento de clausura, asegura que la congregación, compuesta por sólo siete religiosas de clausura, está «consternada» por verse abocada al cierre del museo.

Los ingresos de las religiosas se reducen, desde hace años, a un alquiler y a pensiones no contributivas que han ido mermando con sucesivos fallecimientos hasta quedar en cuatro.

El año pasado, por vez primera, decidieron cobrar tres euros de entrada. Por el museo pasaron cerca de 8.000 personas. Sin embargo, los aproximadamente 24.000 euros recaudados no sufragan los 40.000 euros anuales de gasto (que incluyen la nómina de un gestor-guía) y el mantenimiento.

La situación que ha abocado al cierre no es ajena a la crisis. Hace pocos años las religiosas esperaban un ingreso al ceder derechos de edificabilidad para que las obras en un edificio colindante ganara altura. «Eso nos hubiera ayudado un poco, pero la crisis impidió que el proyecto se realizara», explica la hermana.

También insiste en que han pulsado a diferentes administraciones sin que haya habido respuesta. «Nadie nos ayuda y nadie parece dispuesto a ayudarnos con las obras», señala. Si bien menciona una excepción: «El Ayuntamiento nos puso una alarma y una puerta nueva para velar por nuestra seguridad».

La posibilidad de ceder las obras a otros museos no se contempla: «El edificio y las obras son nuestro patrimonio y estamos unidas a él: lo pagaron las hermanas que nos precedieron e irá donde vayamos nosotras en caso de que tuviéramos que irnos».

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