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Fomento

Renfe prepara la mudanza

Los trabajadores del Paseo de Farnesio empezarán las prácticas en los nuevos talleres de San Isidro este mes / La dirección de Renfe visita el viernes las instalaciones, pendientes de los últimos lotes de maquinaria

Los nuevos talleres, en el páramo de San Isidro, con la ciudad al fondo-P. REQUEJO

Publicado por
Fernando Martín
Valladolid

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El traslado de los talleres de Renfe y de sus 630 trabajadores desde el Paseo de Farnesio a las nuevas instalaciones del páramo de San Isidro será la operación urbanística de más envergadura que se acometa este año en la ciudad salvo -caso poco probable- que empiece la demolición de la barrida del 29 de Octubre. Y el traslado de los talleres está a las puertas.

Cinco años y medio después de empezar la construcción de los nuevos talleres en San Isidro, una gran mancha de tejados azules y un entramado de vías ocupan hoy una superficie de 80.000 metros cuadrados - 8 hectáreas o el equivalente a otros tantos campos de fútbol- donde antes había campos de cultivo.

Hasta estos nuevos talleres se trasladarán a finales de este mes, ésa es la previsión, el primer grupo de trabajadores desde el Paseo de Farnesio para familiarizarse con la nueva maquinaria. Así, en grupos, pasarán durante los dos próximos meses todos los trabajadores que operen con máquinas para en mayo empezar el traslado definitivo. Una operación que se alargará por espacio de cinco o seis meses, con el objetivo de que en septiembre u octubre esté terminada.

Durante este tiempo se mantendrá el trabajo en los talleres del Paseo de Farnesio. Además del mantenimiento de los trenes convencionales, en Valladolid se realizan las labores de adaptación de los vagones para hacerlos accesibles a personas con movilidad reducida, un encargo que proporcionará trabajo hasta 2018.

Pero las instalaciones de San Isidro están casi listas, a falta de que lleguen las últimas máquinas.

Son más de 300 las que se instalarán, procedentes tanto de España como del extranjero, de Italia sobre todo, y el grueso ya están acopladas a las naves.

La última vez que el presidente de Renfe, Pablo Vázquez, visitó los talleres fue el pasado 4 de diciembre y lo hizo de incógnito. El próximo viernes los responsables de Renfe vendrán de nuevo a Valladolid a visitar las nuevas instalaciones pero esta vez lo harán con gran despliegue mediático.

Por invitar, esta vez está previsto invitar incluso a los directores de los medios de comunicación, prueba del realce que quieren dar a la ocasión. Renfe quiere vender bien que los de Valladolid serán los talleres más modernos de España y que la previsión es incrementar la carga de trabajo y aumentar la plantilla en unos trescientos o cuatrocientos trabajadores. Al menos, eso es lo que transmitió a los representantes sindicales durante la visita del pasado mes de diciembre.

Valladolid, además del mantenimiento de los trenes convencionales, aspira a ser el taller que se ocupe también de la puesta a punto de los vagones de alta velocidad de la zona oeste, incluidos los de la línea Madrid- Barcelona y Madrid-Valencia. Los accesos a los nuevos talleres están preparados para recibir trenes tanto de vía estrecha como de ancho internacional, una versatilidad pensada para el nuevo cometido asignado a las instalaciones de San Isidro.

Tras el traslado vendrá la segunda parte de este culebrón que se escribe desde hace más de cinco años -en realidad ya lleva retraso- y que pasa por el derribo de los viejos talleres del Paseo de Farnesio. La idea es proceder a la demolición de inmediato, una vez se traslade el último trabajador, para evitar que puedan convertirse en un foco de chabolismo.

Con la desaparición de los viejos talleres quedará libre parte del suelo que se venderá para financiar el soterramiento del tren. El traslado tiene importancia en sí mismo por cuanto dotará a Valladolid de unas instalaciones más modernas, pero la segunda clave es ésta: la liberación de suelo para el soterramiento. Pero si el cambio a San Isidro parece claro que está ahí, lo que nadie sabe es cuándo se acometerá el soterramiento. La última tasación de Tinsa rebaja el valor de las 84 hectáreas de suelo con las que se pretende financiar el soterramiento de 818 millones a 519.

Una mala noticia para las previsiones de ingresos destinados a pagar la operación.

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