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Violencia de Género en Valladolid

El juez ordena la prisión del acusado de matar a su pareja y a otro hombre en La Rondilla

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Más de un centenar de personas se concentran en Valladolid para condenar el último asesinato de violencia machista en la capital-Ical

Publicado por
Íñigo Arrúe
Valladolid

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El juez del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer de Valladolid ha acordado, por dos presuntos delitos de homicidio, la prisión provisional comunicada y sin fianza de Omar O, el hombre acusado de matar a su compañera sentimental, Rosa Ana M.F., y a Fernando Jesús.L.C. en la madrugada del 9 de diciembre, en una vivienda del barrio de La Rondilla.

Asimismo, el juez ha suspendido a Omar O. el ejercicio de la patria potestad y guardia y custodia de su hijo.

El hombre, al que se ha tomado declaración a última hora de la mañana en el módulo psiquiátrico del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, ha respondido a las preguntas del juez diciendo que no se acuerda de los hechos por el estado de embriaguez en el que se encontraba.

El preso, custodiado por la Policía, continuará en el centro asistencial hasta que los médicos consideren que puede ser dado de alta y trasladado al centro penitenciario.

El Juzgado de Violencia Sobre la Mujer tiene dos procesos abiertos contra el hombre ahora detenido. El primero se remonta a unos hechos acaecidos en el año 2009, y por los que, con sentencia de conformidad por un delito de malos tratos y lesiones leves, fue condenado a una pena de 10 meses de prisión y 4 años con la prohibición de comunicarse y acercarse a Rosa Ana M.F. Esta pena de condena ya había sido cumplida y, por tanto, la ejecutoria archivada.

El segundo proceso, data de enero de 2014, cuando con fecha de 8 de Enero se pone a disposición del Juzgado en calidad de detenido al presunto autor de los hechos ocurridos en la madrugada del pasado 9 de diciembre, a la mujer ahora fallecida y a un tercer hombre. La mujer no quiso declarar en sede judicial sobre lo ocurrido. En las actuaciones sólo existía parte de asistencia médica del ahora detenido. Ante la falta de elementos probatorios, la Fiscalía pidió el archivo provisional de las actuaciones, acordándose el mismo día archivar el procedimiento por falta de pruebas.

El doble crimen pasional sobre una mujer y a su actual pareja cometido este lunes en el barrio de Rondilla fue el epílogo desgarrador de una tarde-noche desaforada de alcohol y discusiones. Diez horas de broncas y gritos por los bares del entorno de la calle Tirso de Molina del citado barrio, al menos desde las 5 de la tarde y prolongada hasta la madrugada.

Los protagonistas, el marroquí O.O., de 48 años, presunto autor del doble crimen, y su ex pareja –¿o pareja actual?–, la española Rosa A.M.F., de 38 años, fallecida tras la agresión del primero con arma blanca en su domicilio del 5º A de la calle Oración, 2, a las 5.30 horas de la madrugada. Por fortuna, en la vivienda no se encontraba la niña de 4 años, hija de la fallecida y de su agresor.

En el piso, domicilio oficial de Rosa, murió también a cuchilladas F.J.L.C., español, de 46 años. Una persona que, según los testigos, había vuelto a aparecer en la vida de Rosa tras haber sido, hace 17 años, su primer compromiso sentimental.

La primera hipótesis oficial del doble crimen, que ya cuenta con la confesión del presunto autor, O.O., con antecedentes por malos tratos, apunta a un ataque por celos por parte del magrebí sobre Rosa A.M.F. y y F.J.L.C. De hecho, el subdelegado del Gobierno en Valladolid, José Antonio Martínez Bermejo, calificó el acto como «propio de violencia de género».

La labor policial, que ya cuenta con un crimen resuelto al 90%, se centra ahora en saber qué tipo de relación mantenían en la actualidad Rosa, su agresor y el tercero en discordia, F.J.LC., también fallecido. Los agentes cuentan con la confesión del marroquí –fue detenido en el propio piso escenario del doble crimen media hora después de la agresión y confesó los hechos– y la incautación del arma blanca utilizada en los dos homicidios. Un arma con la que asestó «múltiples» cuchilladas a cada una de las víctimas, según informaron fuentes cercanas a la investigación.

Las lesiones por arma blanca no dieron opción de rescate sanitario alguno. «Cuando llegó la Policía estaban los dos tirados en el suelo, muertos», reseñó el subdelegado.

Las pesquisas pendientes de resolver se centran en el tipo de relación que mantenía en la actualidad el detenido con su ex pareja y la vinculación de ella con el varón que fue acuchillado en el domicilio.

El Cuerpo Nacional de Policía también trata de averiguar si –tal y como afirman testigos– los tres estuvieron la noche del domingo al lunes tomando copas, episodio que pondría en entredicho la teoría de un arrebato de celos.

Martínez Bermejo aseguró que a la Policía «no le consta» que hubiesen estado de juerga los tres hasta horas del doble crimen. Pero lo cierto es que Rosa y su homicida estuvieron tomando vinos y cervezas por los bares cercanos a su domicilio, al menos entre las 5 de la tarde del sábado hasta las 0 horas.

«A mí, el marroquí directamente me mandó a tomar por culo. Eran las siete y pico de la tarde», apuntó un cliente de uno de los bares que la pareja frecuentó por la tarde para dar idea de cómo iban los dos.

Lo que escucharon a lo largo de la tarde de bares los dueños de los bares, que pidieron anonimato, refleja lo que ya pasaba por la mente del magrebí. «A mi local vino a las 5 de la tarde con Rosa y luego a las 7. Él bebió vino las dos veces y ella café y una jarra de cerveza. Él se quejaba de que ella no le trataba bien, que tenía que darle más dinero. Ella se defendía diciéndole: ‘Te he dado 70 euros y encima el piso lo pago yo. Con ese dinero búscate una habitación’».

Según este hostelero, ambos habían sido pareja, pero vivían los dos, al menos temporalmente, en el piso de la calle Oración debido a la precariedad económica del magrebí. «Es curioso, en las discusiones la mayoría de las veces se refería a él como ex, pero cuando se lo llevó del bar, porque ella parecía mas fuerte que él, dijo: ‘Me llevo a mi pareja’», recordó.

En esa tarde antesala de la matanza, al marroquí también le asaltaba la idea, según los testigos, de que ella estaba con otro. «Tú a mí no me dices la verdad de que simplemente es un ex novio de hace 17 años. Tú me ocultas algo», repetía una y otra vez en su mantra etílico.

La tarde de alcohol y broncas por las calles del barrio siguió hasta que a medianoche se sumó el otro asesinado.

Los tres intentaron entrar en cinco bares de la calle Cardenal Torquemada del barrio de Rondilla, pero les vetaron el paso debido a su estado palmario de borrachera. «Son el tipo de personas que, cuando les ves entrar en un bar, ya te pones en guardia. El marroquí en concreto tenía una mirada muy chunga», reseñó uno de los presentes cuando intentaron sin éxito entrar en un bar.

Este periódico comprobó que, a partir de la 1 de la madrugada, se les vetó la entrada en cinco bares de la calle Calderón de la Barca, por su patente estado de embriaguez y pendencia.

Acababan de salir del domicilio tras protagonizar un episodio dantesco de gritos que hizo movilizar la Policía al mismo domicilio de la calle Oración. Pero les dio tiempo a salir y no llegaron a ser interrogados por la Policía.

En esta ronda por bares de la calle Calderón de la Barca, ya el alcohol se había apoderado de los tres. Ella, empezó con una nueva letanía dirigiéndose al marroquí: «¿Ves? Por tu estado no me dejan entrar en los bares», le espetaba al magrebí.

«En realidad todos ellos presentaban un estado lamentable. Cuando les echamos, el rubito español se me quedó mirando desafiante», relató un hostelero. Este profesional aseguró que le costaba creer que el marroquí hubiese podido acuchillar y matar a dos personas si estaban despiertas y sobre Rosa dijo que incluso tenía pinta de poder con él.

Cinco horas después se desató con toda su crudeza el infierno en el piso de Rosa. O.O. entró en acción. Los vecinos que escucharon de nuevo gritos desgarradores llamaron al 091. Esta vez, la Policía halló los dos cuerpos sin vida en el suelo y al marroquí fuera de sí. Antes, había llamado a las vecinas para que avisasen a la Policía. Y también para decir: «Hay que hacer algo por la chica». Demasiado tarde.

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