De presunto culpable y las Cortes

Es un curioso afán el de los políticos españoles del momento, ese de hacer política con los muertos, y arrojárselos unos a otros. Sin saber que las campanas doblan por todos. Es un error que comete con reiteración innecesaria el PP en la gestión de tragedias, ya sean unos trenes que saltan por los aires cargados de dinamita de mina e islamismo radical, en la de un avión que se espatarra por viejo y carraca en Turquía cargado de soldados o del drama etarra que no dejará de concernirnos nunca, y esto último lo dice la hermana de Gregorio Ordóñez, la valentía personificada contra los asesinos que sigue idolatrando el terrorista Otegui. Los renglones torcidos de Bildu. Aquí, en las Cortes nuestras de cada día, que viven atosigadas por los escándalos que no cesan en su interior, también hay algún aficionado a plagar los sermones de muertos y ataúdes, ya sea en pandemia o en tragedia. Pero ese ya es un cadáver político, incapaz de asumir el ego de su propia sombra. Pertur. Raudo ha estado para pedir la suspensión del letrado mayor, inmerso en una denuncia de acoso laboral en el corazón de la Cortes estas que nos cuestan 25 millones anuales. La misma que no reclamó para él cuando tuvo que ir al banquillo, pese a que los estatutos de su difunto partido lo exigían. Es la moral de los moralistas. Suprimen el precepto constitucional de la presunción de inocencia y luego pretenden que rija para ellos. Hace tiempo que la política mediocre de tanto mediocre decidió que el rival es culpable mientras no se demuestre lo contrario. Hasta que la presunción les asoma por debajo de la dignidad y entonces esgrimen el Estado de Derecho. El susodicho salió indemne del pleito, pero no de las urnas, ese juez inquebrantable que da y quita razones, que diría el célebre Butanito, José María García. A ver si con tanta tragedia los inquilinos de la política encuentran algo de paz y madurez, y son conscientes que los muertos no se pisotean en medio de la bronca.