Impulso para reforzar el empuje de una industria vital en Castilla y León
SI EXISTE un sector al que la administración autonómica debe ofrecer su total respaldo, guía y cooperación es el de la industria agroalimentaria con sus 14.300 millones de euros en cifra de negocio en Castilla y León y sus 43.000 empleos en 3.000 empresas. La Junta lo ha tenido claro en las últimas décadas ampliando su respaldo a la totalidad de la cadena de valor, desde los productores a las grandes empresas industriales con iniciativas como Tierra de Sabor o su apoyo decidido ante catástrofes como los incendios de la fábrica de Campofrío en Burgos, Cascajares o Embutidos Rodríguez.
Sin embargo ahora los planes del ejecutivo autonómico pasan por «apoyar más que nunca» a este sector, en palabras del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, que ha presentado un más que ambicioso plan estratégico con horizonte en cuatro años que consigna un desembolso de 312 millones de euros para apoyar las inversiones de la industria agroalimentaria en pos de un sector fuerte , más moderno y eficaz, con menores costes y una producción diversificada. No se trata de traer al siglo XXI a una industria que hace muchos años que está a la cabeza de la innovación sino de garantizar que sumará muchas más décadas en condiciones de competir con sus rivales en el territorio español y, cada vez, más en los mercados internacionales. El plan que maneja la Junta cuenta con la ventaja adicional de que invertir en la industria agroalimentaria y en el conjunto de su cadena de valor deriva en un impulso directo al crecimiento económico, la generación de empleo industrial y el imprescindible para Castilla y León desarrollo del medio rural.
Expandir la industria agroalimentaria redunda inmediatamente en la fijación de la población en el territorio, ya que este sector abusa en menor medida de la deslocalización que otras áreas de la economía. Se acuerda también el presidente autonómico en esta estrategia del impacto que podrá tener sobre las «pymes y micropymes que dan vida a nuestros pueblos». A mayores, el plan de Mañueco va más allá de la aplicación de la consabida actualización de procesos a los parámetros de la industria 4.0 y la llegada de la inteligencia artificial y reserva una importante consignación de fondos para la mejora de la comercialización de la producción de la industria agroalimentaria de la Comunidad. Esta la hoja de ruta, ahora queda llegar a destino y hacerlo con el impulso que merece una industria como la agroalimentaria, que es vital para Castilla y León.