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Editorial

Urgen medidas para incentivar y proteger a los trabajadores autónomos

e.m.

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LOS AUTÓNOMOS necesitan medidas que les permitan seguir adelante con sus proyectos. Es vital porque si sus negocios avanzan por buen camino, se notará en la buena marcha de la economía. El panorama no pinta bien en Castilla y León. Lo confirman las cifras y es que la Comunidad encabeza la sangría de autónomos que en un año se han visto obligados a poner el punto final a sus quehaceres y con ello a sus sueños. En su día se lanzaron al mercado y arriesgaron dinero hasta que llegó el momento de buscar otros cauces de ingresos.

El autoempleo enriquece el mundo laboral y esto lo saben muy bien las administraciones. La actividad de los trabajadores por cuenta propia genera nuevos empleos que corren serio peligro si las cuentas no son positivas al final del ejercicio. Son más necesarios que nunca los planes de apoyo, medidas que incentiven la actividad de estos trabajadores, sobre todo en los sectores que más acusan estos registros negativos de los autónomos. En Castilla y León, la agricultura y la ganadería son los más damnificados por esta situación económica cada vez más adversa. El sector industrial, la construcción y los servicios también se ven dañados seriamente.

La Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) y la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) lanzan un aviso y reclaman medidas de apoyo. Y lo primero que piden es eliminar, o al menos reducir, las numerosas trabas administrativas que se deben sortear. En este aspecto coinciden en la mayoría de los sectores al señalar que resulta necesario simplificar todo el papeleo que requiere cualquier gestión.

Los sectores más debilitados lo acusan. Lo mismo le ocurre al comercio y no hay más que dar un paseo por cualquier barrio de cualquier capital de provincia para ver negocios cerrados que lucen el cartel de se vende o se traspasa. Y no hablamos de zonas de la periferia porque también se observan en calles céntricas. Son negocios que van a la deriva. El paso atrás que dan los dueños al poner el punto final a su actividad deriva en problemas añadidos. El propietario pierde dinero y los trabajadores que tenía contratados pierden el empleo.

Los autonómos se ven obligados asimismo a combatir con la falta de relevo generacional. Muchas familias que tomaron las riendas de los negocios que habían lanzado sus antepasados muchos años atrás ven con pesimismo la continuidad de su comercio de toda la vida. Están a un paso de la jubilación y no encuentran a nadie dispuesto a continuar con esa labor.