EL COMÚN DE LOS MORTALES
Desprotección civil
A estas alturas poco más queda por decir o lamentar sobre las trágicas inundaciones ocurridas la pasada semana fundamentalmente en Valencia. Tan sólo tratar de aprender de los errores, que los ha habido, y muchos. Para empezar, y por mucho que últimamente la Aemet falle en sus previsiones más que una escopeta de feria, no se puede culpar a esas previsiones de las dramáticas consecuencias de las riadas e inundaciones. No podemos pretender que sea el hombre del tiempo el que marque el nivel de emergencia más allá de sus habituales recomendaciones de prudencia. No se sabe qué es más preocupante: que fallen las previsiones; o que no fallen y no se haya hecho lo necesario para evitar sus consecuencias.
El caso es que, vistas las dramáticas imágenes de estos días en Valencia, el problema es que aquí nadie sabe en realidad qué hacer ante una situación así. Y no sólo las Administraciones que han demostrado su ineficacia ante este tipo de fenómenos, sino, sobre todo, los ciudadanos que se ven obligados a reaccionar como pueden guiados únicamente por el sentido común y su capacidad de supervivencia. Nadie sabe si es mejor quedarse en casa o salir a la calle, si hay que tratar de escapar en coche o abandonar los vehículos, si es mejor mantenerse a la espera o tratar de huir. El sentido común nos dicta que hay que buscar zonas elevadas pero no todo el mundo está en condiciones de subirse al tejado de su casa y ni siquiera se sabe si eso es recomendable ante la posibilidad de derrumbamiento. La consecuencia es la total desprotección civil de personas que tratan de salvar su vida como pueden en medio del caos y la improvisación. La imagen de gente corriendo sin sentido sin saber dónde ir o dónde agarrarse es la imagen del abandono y la desprotección.
Hay que tener en cuenta que, por muy extraordinarios que sean estos fenómenos y, sean o no por el cambio climático, hay que asumir que cada vez son más frecuentes y debemos prepararnos para ello. En Castilla y León no podemos caer en la ingenuidad de pensar que esto son cosas que les pasan a los demás en otras zonas como el Levante. Debemos tratar de estar lo mejor preparados posible y que, al menos, las Administraciones sean capaces de dar por anticipado las indicaciones sobre qué debe hacerse en estos casos catastróficos. Qué debe hacerse cuando se decreta alerta naranja o alerta roja, qué deben hacer los empresarios respecto a sus trabajadores o qué precauciones deben tomarse en cada caso, de forma que haya un protocolo perfectamente reglado también para los ciudadanos y no dependamos de los consejos del hombre del tiempo. No es de recibo que, como ha informado el Consejero de Medio Ambiente, tengamos caducado el Plan Inuncyl desde 2022 a falta de su actualización por el Gobierno Central. Ya que ahora es imposible obtener consuelo por lo ocurrido tratemos, al menos, de obtener alguna enseñanza para el futuro.