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SILENCIO, SE RUEDA. No me refiero a la Seminci de Valladolid, que mañana cerrará sus sesiones con éxito. No. Me refiero a ese rodaje silencioso, vergonzoso, repugnante y vertebral que la clase política del sanchismo, parte de la prensa escrita, y ciertos medios digitales, se han puesto a filmar en estos días contra el pueblo cubano. Están rodando la película de la mudez mudísima y sin señas de una tragedia en masa: que no se entere nadie, que nadie filtre lo que está ocurriendo en tiempo real en Cuba, donde la gente muere de hambre, no tiene agua ni luz, y no sabe dónde ir o caerse muerta. Y lo más grave: las democracias occidentes, putas sin lengua, son cómplices de esta tropelía de comunistas al rescate, y de este cártel de bolivarianos suculentos que hacen del silencio una mística del genocidio.

Pues no. En Castilla y León podrán escuchar la indignación y la agonía vociferante de muchos exiliados cubanos al ver cómo sus familiares desaparecen y pasan las penurias de una hambruna programada por un régimen de caníbales. Lo oirán como yo oigo esos audios, y cantidad de mensajes que recibo nada silenciosos. Tres ejemplos. Una amiga, me cuenta el fallecimiento de una niña de 13 años por inasistencia clamorosa. Otro me relata cómo sus padres han inventado «una hornilla de carbón» prehistórica para calentar el poco arroz que les queda para pasar el mes. Y otro, ante el horror general, me escribe sin ambages: «esa isla debería hundirse en el mar».

Desde aquí lanzo un SOS, señalo a esos responsables criminosos, y les digo que la historia no les absolverá porque esta ignominia genocida y silente no podrá limpiarla «toda la lluvia del sur, todo la lluvia del sur», como cantaba Víctor Jara en una de sus canciones más acusadoras.