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Editorial

Unas cuentas para Castilla y León en medio de la mediocridad política

Alfonso Fernández Mañueco, en la presentación de los presupuestos.ICAL

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Mañueco ha presentado las cuentas de Castilla y León para 2025. Las primeras de un gobierno del PP en solitario, aunque elaboradas en colaboración con VOX cuanto todavía formaba parte del ejecutivo autonómico. Es el cuarto presupuesto del mandatario salmantino. El anteproyecto presupuestario es también el de menos presión fiscal de la trayectoria de la comunidad. Los ejes, algo que no es nuevo, se centran en el sostenimiento del Estado de Bienestar: sanidad, educación y servicios sociales. Es el estigma de Castilla y León. El rigor y la austeridad no dejan margen para los dispendios y derroches de territorios gobernados con ínfulas independentistas u otro tipo de ínfulas, que de todo hay en el conglomerado autonómico español. Y con estas cuentas Mañueco disipa toda duda de su intención de agotar mandato, incluso para los que se agarraban a esa duda para sus maniobras orgánicas, como los socialistas de Tudanca. No habrá adelanto electoral antes del próximo verano, y es más que probable que la legislatura llegue al final de sus días allá por el primer trimestre de 2026.

A la vista de la constante búsqueda de excusas, VOX, que participó activamente en la confección de estas cuentas, no tiene intención de aprobarlas. Sería el colmo de la política de lo absurdo, dejar un gobierno para luego aprobar los presupuestos a su oponente en año preelectoral. VOX debería buscar algún argumento para dejar a los habitantes sin el instrumento más importante para el crecimiento de un territorio. De momento, sólo excusas. Primero los inmigrantes, que poco tienen que ver con las cuentas de la sanidad, los servicios sociales, la vivienda o la educación. Ahora las subvenciones a los sindicatos. Poca solvencia para negar unas cuentas en cuyo diseño participó el partido que lidera Juan García Gallardo. Ya han puesto la venda antes que la herida. Lo solvente y sensato sería negociar qué partidas les incomodan para no dejar a 2,3 millones de ciudadanos sin unas cuentas que nos permiten avanzar y que incluso bajan los impuestos, que es una de las banderas de VOX. Mezclar churras y merinas no da rédito político.

Con el PSOE de Tudanca, inmerso en una guerra civil de imprevistas consecuencias, es evidente que el PP no podrá contar. Pero también le corresponde al autor de las cuentas, porque las cuentas las hace quien gobierna, no quien no gobierna, poner todo el esfuerzo posible para conseguir el apoyo del hasta hace poco más de tres meses socio de gobierno. Aquí lo que se juega es el futuro de Castilla y León y sus ciudadanos. Veremos si la política, cada vez más mediocre y dedicada al juego de tronos, tiene altura de miras para entender qué es lo que le importa a los ciudadanos.