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¡Vente A Alemania, Pepe! Titulaba su estreno de 1971 Pedro Lazaga con Alfredo Landa y José Sacristán como estrellas de esta película que ha quedado ya como icono de la cultura popular española en la que se glosaban las peripecias de un españolito emigrado entre alemanes para ganarse un sustento, ahorrar y volver a su pueblo. La vida, que da muchas vueltas, nos ha traído a la situación inversa. Ahora, son los pueblos españoles los que echan el cebo a los vecinos europeos para que quienes ya han dejado de trabajar porque han alcanzado la edad de jubilación se muden a nuestro medio rural. Hemos pasado al ¡vente al pueblo Jan, Anne o Nils, Hannah o Rutger! Y funciona. Los extranjeros cada vez se compran más viviendas en Castilla y León. En Burgos se ha detectado un significativo aumento del número de visitantes de origen extranjero, tanto en la ciudad como en la provincia, y de las pernoctaciones que consumen. Se ha puesto de moda entre los turistas foráneos, que copan, por ejemplo, la sesión de visita gratis a la Catedral de los martes por la tarde. Se conoce que la calidad de vida de la que gozamos en esta tierra les seduce y en un número creciente deciden asentarse en nuestra Comunidad o, al menos, pasar largas temporadas. Algunos probablemente también para invertir sus ahorros en alquileres turísticos. El caso es que los extranjeros están en la diana de pueblos y ciudades y, en Burgos, especialmente los noruegos. Por varias razones. La más sencilla es que las operaciones de compraventa de vivienda en Castilla y León que más aumentaron su precio fueron las realizadas por noruegos (14,3%), según datos del colegio de notarios. La segunda y más romántica es a la que recurre la localidad burgalesa de Covarrubias como ya comentamos hace unos días que quiere echar el lazo a los noruegos. Ocurre que este interés de los nuevos compradores foráneos llega bastante a destiempo porque, por un lado, existe una clara escasez de vivienda en venta, pero aún más en renta con el agravante de que la inseguridad jurídica que plantean las políticas del sector espanta a los propietarios. Así pues, sólo aquellos que puedan permitirse pagar cantidades más altas podrán escoger qué viviendas habitar. Hoy no se dan las condiciones para asegurar un acceso a la vivienda a los colectivos a los que más les cuesta encontrar un alojamiento y son casi anecdóticas iniciativas como la del gobierno autonómico que va a levantar 200 viviendas colaborativas destinadas a alquiler social para jóvenes en Burgos o la inversión de hasta un millón de euros en el antiguo pueblo de Gamonal para crear vivienda joven del ayuntamiento de la capital burgalesa. Habrá que estar pendiente del efecto de este interés por las viviendas de los extranjeros por si tensionan el precio al alza, pero, en principio, nada que objetar a que nos convirtamos en la Florida de Europa. Ya veremos en qué queda.