Diario de Valladolid
Acto político del PSOE con la participación del secretario general del partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al el secretario general del PSCyL, Luis Tudanca

El secretario general del partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al secretario general del PSCyL, Luis TudancaConcha Ortega

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TUDANCA FUE a montar una primarias acordes a sus necesidades cronológicas. Tudanca creía que lo podía hacer porque tiene un grande aparato. El aparato regional. Pero el aparato de Tudanca no es más grande que el de Pedro Sánchez. Menudo aparato tiene Sánchez. Ese sí es un aparato. Es el aparato de los aparatos. Si Tudanca se hubiera medido el aparato con el de Sánchez se hubiera percatado que el suyo apenas es un minga al lado del badajo de Sánchez. El mismo aparato duro que hoy blande Sánchez es el que usaron para metérsela doblada a Villarrubia hace diez años y alumbrar a Tudanca. El tamaño importa. Porque el de Burgos tiene un aparato para imponerse a los aparatos provinciales, que son más pequeños, pero irrenunciables en una contienda de aparatos como la que se está dirimiendo en el PSOE de Castilla y León. Hay una célebre cita de Zapatero, cuando Zapatero sólo era un jovencísimo secretario provincial de León, que cuando asomaban los díscolos con ganas de trifulca él se limitaba a expresar: «Aparato es libertad». Todo va a resultar enormemente aparatoso para Tudanca y su aparatito. Antes de un concurso de quién llega más lejos con la micción es pertinente comprarse los aparatos. En Moncloa aseguran que ya ha empezado a entonar el ‘Pobre de mí’, ese que marca el final de los sanfermines. La política se convierte en algo soporífero cuando sus protagonistas hacen de ella una hoguera de egos. La entrevista de ayer con Alsina no pasó de un ‘yo, me, mí, conmigo’ soporífero. Incapaz de encontrar un territorio de ideas y de discurso. Todas las respuestas procedían del ombligo. Estos perfiles acomplejados y atormentados ya los hemos sufrido con insidia en el anterior gobierno de coalición al que nos sometió Mañueco. No son conscientes del desinterés que causan entre el público, la militancia y los simpatizantes. Suena el teléfono en Moncloa. Mañueco: «¿Pedro Sánchez?». «Al aparato», responde muy ufano.

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