Diario de Valladolid

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Hace unos años, en un lugar de la provincia de Zamora, en una aldea de la tierra de Aliste, culta hasta la entraña por su acerbo antropológico, me contaron una historia que me sorprendió no porque fuese desconocida, sino porque el relato y el que me lo narró reunían todo eso que ha venido a denominarse en los últimos años “puesta en valor de los recursos propios”. Resulta que el alcalde pedáneo, de nombre Martín, me espetó apoyado en la ventanilla de mi coche que tenía que ir a su pueblo, a muy corta distancia de Moveros, donde me lo encontré visitando los hornos comunales de sus alfareras. Martín del Río, como se llama mi interlocutor y por el que hoy siento afecto, respeto y admiración por los logros conseguidos, me dijo: “en mi pueblo nació Antonio Álvarez, el de la Enciclopedia”. Mi respuesta fue: “¿quién es y qué hizo tu paisano? ¿Qué queda de él?”. Y un torrente de datos, historias, lugares y propósitos inundaron mi memoria. Siempre he dicho que tengo mejor olfato periodístico que organoléptico y vive Dios que en la historia de este alistano de Ceadea había toda una tesis. Me permito traer a colación esta expresión que don Emiliano Aguirre esgrimía cuando conocía un yacimiento y decía a sus alumnos “aquí hay tesis”. Volvamos a Ceadea. Allí nació don Antonio Álvarez, el autor de la Enciclopedia que lleva su apellido y que fue el cimiento cultural de la generación de posguerra. Llegué a conocer la enciclopedia en Tercer Grado y, ahora, casi toda la colección gracias a que mi amigo Martín y los suyos han sido capaces de poner en valor al autor de la Enciclopedia, a la Enciclopedia como herramienta intelectual y a la propia escuela donde actuó de maestro don Antonio. Lo mejor de todo es que la recreación, la obra de Antonio Álvarez, sus libros y esa escuela en blanco y negro están disponibles para que todas las generaciones puedan disfrutar de ello. Por cierto, dada la fecha que es, me detengo en cómo la Enciclopedia Álvarez aleccionaba sobre el Día de la Hispanidad, en 1966: “el día 12 de octubre de 1492 las naves de Colón descubrieron un nuevo mundo y España comenzó a cumplir su misión civilizadora y evangelizadora. Escuelas, universidades, iglesias y adelantos de todo género fueron vertidos por los españoles en América. Cerca de veinte naciones americanas se beneficiaron de la generosidad de España y sus reyes. Hoy esas naciones son independientes. A pesar de ello se sienten ligadas a España por lazos de sangres, lengua, religión y gratitud, y forman parte junto a la madre patria de un bloque espiritual conocido como Hispanidad”. Y añadía Álvarez, “hagamos votos en esta fecha porque los lazos entre España y América sean cada día más íntimos y fuertes”. Leído en Ceadea, que está en Aliste, en Zamora, tres días antes del 12 de octubre.

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