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LA TRANSFORMACIÓN digital es uno de los objetivos que la Agenda 2030, la Comunidad internacional y la Unión Europa están impulsando tanto a nivel individual como a nivel colectivo, empresarial y comercial. El mundo tecnológico ha cambiado nuestras vidas. Antes, cualquier noticia, evento o suceso tardaba en llegar algunos días o unas horas o tenían que pasar meses o años hasta que un invento llegase a nuestras casas. Los trámites administrativos requerían de un mínimo de tiempo, principalmente redactarlos en papel y presentarlos materialmente en ventanillas. Ahora desde casa, con internet, se puede hacer todo sin tener que trasladarnos. Incluso te pueden traer comida, utensilios, muebles o libros a tu domicilio con dos clics. Si contásemos a las nuevas generaciones que para sacar un billete de tren teníamos que hacer colas, nos llamarían locos. Además, la aplicación de la inteligencia artificial supone otra vuelta de tuerca a la mutación de la realidad pues permite alcanzar y realizar sueños impensables en otra época. Pero no es oro todo lo que reluce. Como otras muchas cosas, la tecnología puede utilizarse mal, abusando, conculcando y vulnerando los derechos y libertades básicas de los ciudadanos y de las ciudadanas.

Hace unos días ha saltado a la palestra una noticia que está dando mucho que hablar. Un juzgado de lo social situado en la provincia de Córdoba ha reconocido el derecho a la desconexión digital fuera del horario laboral para todas las trabajadoras de un servicio de ayuda a domicilio de una empresa tras la demanda presentada por un sindicato. La mercantil llamaba a las trabajadoras a su teléfono particular fuera de su horario de trabajo y en pleno descanso diario, semanal o anual, para ordenar o solicitar la realización de servicios de atención domiciliaria distintos de los previamente programados en su cuadrante semanal. Cuantas veces nos han enviado un Whatsapp, correos electrónicos o mensajes de trabajo que han interrumpido unas horas de descanso, el fin de semana, un puente o las vacaciones. O cuantas veces, a horas intempestivas, inesperadamente, ha sonado el teléfono móvil despertándonos de un plácido sueño y nos han dado una orden profesional que cambia los planes de las próximas horas. Tremendo. ¿No hay una comunicación que pueda esperar unas horas? Hasta hace bien poco así sucedía. Si se quiere disponibilidad en el trabajo, se ha de incorporar a las condiciones laborales y remunerarlas debidamente. Bienvenida sea la sentencia.