Diario de Valladolid
Un farmacéutico con una caja de paracetamol en su farmacia

Un farmacéutico con una caja de paracetamol en su farmaciaEM

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La escena ocurrió en un centro de salud de Valladolid, esos que ahora se asemejan a call centers, donde la medicina se practica por teléfono, no sea que el facultativo acabe con un esguince de pulmón. Esto es herencia de la casa. De la Casado, Verónica, y sus ocurrencias, aquella pesadilla sanitaria que padecimos por culpa de un pacto de gobierno. Cuentan que a la nueva consejera del ramo de Andalucía, del PP de Juanma Moreno, la conocen ya como la Casado andaluza, a la vista de que ha llegado como una elefanta en una cacharrería, destrozando la maltrecha sanidad del sur. A la escena. Llegó un paciente y al ver un grupo de gente a la espera preguntó: «¿Esto es lo de los análisis?». A lo que un agudo y socarrón dirigente del PP le respondió: «No, caballero, ésta es la cola del hambre. Estamos todos sin desayunar». Alguno que iba a sacarse sangre acabó en consulta del trauma, desencajado de la risa. Hay gente muy ingeniosa en política. De esos que nunca deberían jubilarse. Por lo visto, y no por culpa de Villarig, vamos a tener que seguir haciendo cola para que nos concedan ibuprofeno o paracetamol, que cualquiera puede recetarse a sí mismo, pero sin el descuento del Sacyl nuestro de cada día. Resulta que es a la carta y hay personal de enfermería que no se apunta al asunto porque no le da la gana, o lo que sea. A ver cuando forran de carteles los centros sanitarios advirtiendo que es un delito atentar contra el paciente. Sanidad nuestra de cada día. Con la lata que han dado sus colegiales y colegiados de la Enfermería. Caso claro de gata Flora, que si se la metes chilla y si se la sacas llora. Todo este amalgama de organizaciones, asociaciones, sindicatos y tinglados colegiales sirve para engordar liberados, que pagamos nosotros, para que se dediquen a lo suyo mientras destartalan la sanidad, y los enfermos de cáncer mendigando oncólogos. Había que aplaudirles a todos estos del entramado de chiringuitos. Y a Villarig, con las orejas.

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