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No hace falta tener un doble grado en matemáticas y física para entenderlo, con desenroscarse un poco la boina es suficiente para no dejarse llevar por el victimismo localista que tan artificial les queda a algunos. Es evidente, de cajón, que no se va a producir un traslado de las sedes de las denominaciones de origen de Ribera del Duero y Arlanza a la ciudad de Burgos. Y menos aunque lo dijera, que no lo dicen, la Diputación de Burgos y el Ayuntamiento de la capital de la provincia, porque la administración que tutela a ambas DO es la Junta de Castilla y León, que no juega con las cosas de comer. No hace falta que Aranda y su alcalde permanezcan vigilantes sobre algo que no va a ocurrir. Será mejor que se dediquen más a gobernar y menos a meter cizaña. Que tome ejemplo de cualquier ayuntamiento de la comarca de Arlanza, que allí sí que han entendido el planteamiento que hizo público el presidente de la Diputación y no se les ha ocurrido salir a hacer un ridículo como el que se produjo en el pleno de debate sobre el estado de la provincia por parte del partido Sentir Aranda. Se lo explicó veinte veces el presidente de la Diputación y no se bajaron del burro. No hay peor sordo que el que no quiere oír. Mucho tufo a tacticismo político para aprovechar la ocasión y tratar de vender que defienden los intereses de su tierra. Mal van a defender nada si no se enteran o no se quieren enterar. Pero cada uno es libre de hacerse el harakiri político como mejor le preste, aunque deben tener cuidado porque anda Pedro Sánchez con ganas de meter en cintura a los de la maquinaria del fango y los bulos. Para que quede claro y no se confunda con estos lloros, lo que se plantea desde el Ayuntamiento de Burgos y la Diputación es que la capital burgalesa sea el escaparate del vino de la provincia. La punta de lanza de cara al turista. ¿Dónde se va a promocionar mejor el vino de Burgos que en la ciudad de Burgos, que es donde llega el turista, que es donde apuntan todos los focos? Burgos, la ciudad, tiene que convertirse en la capital del vino porque, si no, Valladolid se quedará con ese título. Ya hay encuestas que identifican la Ribera del Duero con Valladolid cuando el 70% del territorio de la DO está en la provincia de Burgos. Valladolid es Ribera del Duero para la mayoría de los encuestados. No Peñafiel, que tiene el museo del vino. Tampoco Aranda, por muy vigilante que haya estado su alcalde. Se lo hemos puesto muy fácil hasta ahora a la capital pucelana, que también puede presumir de vino de Rueda y de Cigales. Duro rival. La única manera de que Burgos no se vea difuminada en el mundo del vino es multiplicando la promoción en la capital burgalesa. Burgos es vino. Y repetirlo hasta la saciedad, y hacerlo dando juego también a Arlanza y a Ribera. No hacerlo sí que sería poner en peligro el futuro de Aranda y su comarca.

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