El Diálogo Social tiene que resurgir fortalecido de la crisis que ha vivido
LA CONSEJERÍA DE Industria y Empleo era uno de los mayores lastres que tenía el gobierno de Mañueco, fruto de su coalición con VOX. Y es uno de los primeros síntomas claros del gobierno en solitario del PP. La armonía, que nunca debió perderse, ha regresado al Diálogo Social, seña de identidad de Castilla y León. Lo han certificado los agentes sociales, patronal y sindicatos mayoritarios, en el primer encuentro con la nueva consejera, Leticia García, y el presidente de la Junta.
El Diálogo Social tiene que regresar a la linde. A la linde del debate, del diálogo, de la discrepancia, del entendimiento, de la discusión, pero sin abandonar el tono de cortesía que se exige de representantes institucionales elegidos democráticamente y representantes de colectivos esenciales. Y esa cortesía y armonía se había cambiado por un estercolero donde el insulto de unos y otros, del consejero y sus interlocutores sindicales, era la dinámica diaria, habitual y completamente repugnante. ¿Quién encendió la mecha? Da lo mismo. Unos y otros se apuntaron a la hoguera.
Ha vuelto el tono educado, desde el posicionamiento político e ideológico de cada uno, y eso ya es un triunfo que juega a favor de los ciudadanos, que no tenían motivo alguno para estar sometidos a un espectáculo de taberna repleta de borrachos. De uno y otro lado de la barra. A ver quién pronunciaba la barbaridad más grande. Del comegambas del ya extinguido consejero Mariano Veganzones, al comemierda del incombustible Pepe Álvarez, que aspira a eternizarse en la secretaría nacional de UGT.
El Diálogo Social es un instrumento de entendimiento, esencialmente para las travesías difíciles de la economía y sus consecuencias en el mercado laboral de Castilla y León. Y ha dado muestras que es un instrumento más que maduro y responsable. Esta comunidad ha dado lecciones de enorme altura y honestidad en los peores momentos de la crisis financiera, ayudando, a través del Diálogo Social, a salvar sectores estratégicos, como el caso del automóvil, o de la mismísima Renault. Y de aquellos acuerdos y cesiones entre unos y otros, hoy está el vigor de empresas como Renault que fabrica más modelos que nunca en Castilla y León. Eso es el Diálogo Social. Y seguramente necesite ajustes para encaminar el instrumento a ser también esencial en las políticas de empleo que deben regir los retos de la comunidad. Reducir el Diálogo Social a un puñado de subvenciones es absurdo. Pero centrar toda disputa o desavenencia en un puñado de subvenciones para los agentes sociales es igual de inadmisible. El Diálogo Social tiene que salir fortalecido de esta época de crisis. Por el bien de todos.