Diario de Valladolid

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La lengua que nació para ser un vehículo de entendimiento entre todos los habitantes del planeta no triunfó. Pero en Zamora, sí. Esa lengua era la oportunidad que ha perdido el mundo para entenderse. Con lo bien que nos venía en esta España deslenguada, en esta Europa desnortada y en este mundo desquiciado. En Zamora no pasó eso. Todo lo contrario. Me refiero a esa lengua artificial, planificada, diseñada y construida para solucionar los problemas de comunicación de los habitantes del planeta azul. De todos, los del norte y de los del sur. De los cinco continentes. Todos cantando la misma canción. Qué sueño. Suena a música celestial. En Zamora, además de sonar bien, huele y sabe mejor. Y es que, en la “bien cercada”, logramos ordeñar en unos días, dentro de un impresionante aprisco de dos kilómetros de largo, cabras, vacas y ovejas de medio mundo, de toda la península ibérica y de toda Castilla y León. Por cierto, esta región es líder nacional en leches de oveja y en producción de quesos sin mancha. Y, curiosamente, estos días, todos, sin excepción, hablamos el idioma planetario andando por el pasillo románico de la Zamora medieval, de una esquina a otra de la vieja ciudad. Así, como suena. Hay que tener cuajo para caminar los dos kilómetros de leche en leche. Acudo a las fuentes recientes para sacar a colación a un tal Zamenhof que, en el último cuarto del XIX, tuvo la genial idea de inventar y construir una lengua universal. Para todos. También para los zamoranos. Que ahí está, por si algún día necesitamos entendernos. Hablamos en esperanto. A estas alturas de la columna, estaba más que claro por dónde iba el cuajo. Pues sí, en Zamora, centenares de miles de personas, forasteros, ganaderos, niños, jóvenes, familias y turistas han utilizado el esperanto con orgullo y buen gusto. Todos aprendieron una palabra: Fromago. Como era de esperar, quiere decir queso. No ha sido una feria más. Es ya la referencia del queso en España y en el calendario mundial. Fromago ha logrado que todos hablemos el idioma del queso. Nos ha proporcionado una lección de cultura tradicional, acercándonos al queso de nuestros mayores, a las estampas de los pastores, vaqueros y cabreros. En definitiva, a la agricultura y a la ganadería que, en Zamora, durante cuatro días, ha demostrado que sabemos juntar los rebaños de medio mundo y sentirnos orgullosos de nuestros quesos. Fromago ha logrado, esta vez, por fin, el consenso de todos, y ha demostrado que cuando sumamos en vez de restar y hablamos el mismo idioma conseguimos que una feria del queso sea un vehículo de futuro y un mensaje universal, como el esperanto, que da nombre al mayor espectáculo quesero de la historia de la región.

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