Diario de Valladolid

Editorial

Pirámide de los italianos, no está el dinero público para adefesios

Pirámide de los italianos.

Pirámide de los italianos.Ricardo Ordóñez ICAL

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Lo de declarar la desconocida hasta la fecha pirámide de los italianos, un presunto monumento que alberga los cadáveres de los soldados de Mussolini caídos en la batalla de Santander, ya resultó una broma un tanto jocosa. Fundamentalmente porque se colocó semejante adefesio, a efectos de protección patrimonial, a la altura de catedrales, yacimientos, esculturas, iglesias o palacios que pueblan el enorme ecosistema patrimonial de Castilla y León. Es un verdadero adefesio que no tiene más rédito patrimonial que la impronta ideológica que pretendió imponer VOX durante su etapa en el gobierno, cuando regía, con el mismo consejero que hay ahora, los destinos de la Cultura y el Turismo de Castilla y León.

Una broma, al fin y al cabo gratuita, capaz de generar una disputa ideológica entre izquierda y derecha. Pero de eso a gastar dinero público en restaurar semejante bodrio hay una línea roja que Gonzalo Santonja está legitimado a cruzar. De lo contrario tendría que actuar el jefe del ejecutivo autonómico poniendo las cosas en su sitio.

Hay decenas de monumentos. Verdaderos monumentos, no este adefesio piramidal, porque más allá de lo ideológico, de lo que no hay duda es de que es un verdadero mamotreto arquitectónico. Hay decenas de iglesias, fortalezas y otros enclaves que llevan años y lustros esperando el dinero público que no llega, porque no puede llegar a un universo tan inmenso de patrimonio como el que hay en Castilla y León. Y Santoja lo sabe mejor que nadie. Él, que es un estudioso y conocedor de nuestro patrimonio, tanto el que sigue en nuestro territorio, como el que está en el exilio. Célebre es una magna obra, Museo de niebla, sobre las obras de arte que viven fueran de nuestras fronteras. Ayer anunció en Cortes que estaba a la espera de recibir el proyecto de restauración por parte de la Hermandad de la Ribera, propietaria del monumento. El asunto no requiere contemplaciones. Si lo quieren restaurar sus propietarios, que se rasquen el bolsillo, que el de los ciudadanos no está para estos derroches.

Y todo esto ocurre mientras la Consejería de Cultura y el Ministerio del mismo ramo miran cómo la vaca cuando ve pasar el tren mientras se deterioran los arcos de San Juan de Duero, en la capital soriana, a orillas de nuestro gran río, uno de los enclaves más espectaculares, hermosos del patrimonio no sólo de Castilla y León, sino de Europa. En cualquier sitio civilizado estarían bregando como patriotas por socorrer a los arcos de San Juan, no perdiendo el tiempo y el dinero en estafas piramidales.

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