Mañueco debe acudir a la cita con Sánchez en defensa de Castilla y León
LA PRESIDENTA madrileña tiene que ocuparse de gobernar el lugar para la que la han elegido: Madrid. Para el resto, los ciudadanos han tomado decisiones en las urnas. Si no quiere reunirse con el presidente del gobierno y prefiere cantarle las cuarenta en canutazos para engordar su ego y su campaña, está en su derecho y es a los madrileños a los que tendrá que rendir cuentas de una decisión absolutamente fuera de toda lógica, una vez que ha sido su partido el que exigió, legítimamente, que Pedro Sánchez tratara a todos los presidentes autonómicos como al de Cataluña, recibiéndoles de la misma manera. Las reuniones bilaterales que plantea Sánchez no sólo son pertinentes sino necesarias. Renegar de ellas sí sería alimentar la estrategia de Moncloa y darle cuartelillo a Sánchez para aludir a la irresponsabilidad de los mandatarios autonómicos del PP. El presidente de la Junta tiene la obligación, en representación de los ciudadanos de su comunidad, de acudir al encuentro con el jefe del ejecutivo central. Para defender las necesidades, las carencias y las potencialidades de Castilla y León en igualdad de condiciones al resto de territorios.
Eso es los políticamente responsable, además de institucionalmente leal. Y Castilla y León siempre ha exhibido ambas condiciones en la figura de Alfonso Fernández Mañueco. Es evidente que eso tampoco puede ser una coartada para no celebrar la conferencia de presidentes, donde el propio Sánchez se tiene que enfrentar a su modelo federalista de país, con un sentimiento irrenunciable de unidad.
Sánchez no está para muchos trotes. Y eludir un encuentro con él sólo le renta a él mismo. Castilla y León necesita ese encuentro. Lo que no necesita Castilla y León es someterse a los caprichos estratégicos de la presidenta madrileña en su pugna particular dentro del partido. Es más, ni Génova debería opinar desde el punto de vista orgánico de una cuestión que es netamente de interés territorial. Ya está bien de tanta partitocracia como rige en determinados órganos de uno y otro partido. Hay que ocuparse de las personas, los intereses de partido deben dirimirse en otros ámbitos.
Mañueco tiene unas cuantas cosas que hablar con Sánchez en defensa de Castilla y León, y ahora que el de Moncloa se presta, que ya iba siendo hora, lo honesto y leal es decírselas a la cara. Con cortesía institucional, con corrección, pero sin contemplaciones y con determinación. Un presidente autonómico está para gobernar y defender a su territorio. Para todo lo demás, Isabel Díaz Ayuso y su particular deriva política, centrada en la confrontación constate con Sánchez, al que ha convertido en su medida.