El PSOE de Castilla y León afronta la decisión de su propia incertidumbre

EL PSOE FEDERAL, es decir Pedro Sánchez y su equipo, ha decidido afrontar la renovación de liderazgos autonómicos. Uno de ellos el de Castilla y León, tal y como ya adelantó hace meses este periódico. No es el único. En la misma tesis está con Aragón y Madrid. Quiere un PSOE a su medida, sin grietas y contestación interna en los territorios para afrontar los tres años que le restan de legislatura. Tres años que se vaticinan con zozobra, a la vista de como actúan los independentistas, y para ello requiere un partido a su medida y al de sus decisiones, aunque estén plagadas de contradicciones con los postulados que defienden en cada territorio. Hace tiempo que Sánchez se hartó de Luis Tudanca, con el que nunca ha sintonizado. Pruebas y síntomas ha dejando más que patentes, por ejemplo en la confección del gobierno y en el relevo en la Delegación del Gobierno de Castilla y León, donde Tudanca no tuvo voz, ni palabra. Se lo dieron masticado desde Moncloa. Y es algo que Tudanca sabe. Lo saben desde que Sánchez salvó la bola de partido del adelanto electoral del año pasado.

Pero es que además el PSOE federal, con Sánchez a la cabeza, y el aliento de ministros y barones provinciales busca una alternativa que trate de resucitar la ilusión en el PSOE de Castilla y León. En cualquier caso, todo esto lo tienen que sustanciar los militantes en primarias, que son los soberanos del PSOE de Castilla y León. Tudanca está más que legitimado para defender su opción de continuar al frente de la oposición después de diez años al frente de ella. La limitación de mandatos está establecida para los que ganan y gobiernan, no para los que acumulan derrotas. Tudanca está legitimado en sus aspiraciones para intentarlo por cuarta vez y cosechar una nueva derrota, a la vista de la deriva de los resultados en Castilla y León de los cuatro últimos comicios:autonómicas, generales, municipales y europeas. Está legitimado para todo ello fundamentalmente porque es el único que ganó al PP en 39 años de contiendas autonómicas. En 2019. Aunque fue la victoria más amarga, porque el PP revalidó gobierno con el peor resultado de la historia merced al pacto con Ciudadanos que Tudanca creyó tener hecho con Igea. Pero también es cierto que una década en la oposición no es el mejor aliciente para generar ilusión, por mucha fuerza y entusiasmo que tenga Tudanca en seguir. Y en cualquier caso, si lo tiene tan claro, no genera mucha certidumbre que no anuncie su candidatura, como ya han hecho otros barones en otros territorios. La aspiración no puede limitarse a ser secretario regional. Es un medio no un fin. Sánchez ya ha decidido mientras Tudanca deshoja la margarita de la indecisión.