Diario de Valladolid

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CON LO BIEN que suena eso de la cohesión territorial, la solidaridad, los valores constitucionales, la igualdad, la colaboración institucional…es una pena que todo eso se vaya al carajo (como diría Milei) en cuanto hablamos de pasta. Milongas, puro teatro o paparruchas como diría mi abuela. Ni solidaridad ni leches. Aquí lo que importa por encima de cualquier otra cosa es la financiación. Cuando está la pasta de por medio no hay ideales, ni principios, ni valores, ni siquiera compañeros de partido como estamos viendo con la financiación autonómica.

Castilla y León lleva años reclamando un sistema de financiación que tenga en cuenta, no sólo el factor demográfico, sino también otros condicionantes que afectan de manera directa al coste de los servicios y a una adecuada atención a los ciudadanos. Factores como la dispersión, la extensión territorial, el envejecimiento, la baja densidad poblacional o incluso la orografía son determinantes para la financiación de los servicios públicos. No se trata pues de un problema de número de habitantes puesto Castilla y León, aún siendo una de las Comunidades más despobladas de España, cuenta con otros elementos, como el número de kilómetros de red viaria, la superficie forestal o el número de consultorios médicos rurales en los que estamos a la cabeza de España y que también hay que atender y costear.

No se trata, por tanto, de un problema nuevo surgido a raíz del pacto de los socialistas con los independentistas catalanes para poder investir a Illa, sino de una cuestión sobre la que ya hace tres años Castilla y León se unió a otras siete Comunidades Autónomas de diferentes colores políticos para defender un nuevo modelo de financiación autonómica. Cuando se trata de pasta no importan las ideologías y el efecto monetario opera eficazmente para facilitar tanto estrechas uniones, como llamativas desuniones.

De hecho, el actual debate sobre financiación autonómica provoca, curiosamente, cierta coincidencia de opinión entre el partido popular de Castilla y León y el líder socialista Luis Tudanca, al tiempo que resquebraja la unidad de acción entre los distintos lideres populares frente al conocido manifiesto de Feijoo que está levantando ampollas. Está claro que la denostada bilateralidad tan criticada desde Génova resulta demasiado tentadora para los barones territoriales. Una baza que, sin duda, sabrá jugar el Gobierno central. En cuestiones de dinero no hay amigos ni enemigos. Todo por la pasta.

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