Carnero y Puente en el balcón
Volverán a verse las jetas con apenas una semana de distancia los antagónicos Jesús Julio Carnero y Óscar Puente. El uno alcalde de Valladolid, y el otro, no. Esta vez no será en una sesión de control del Senado, donde la desidia del PP, brindó a Puente una de sus gozaderas dialécticas. Los gozos (de Puente) y las sombras (del PP). Esta vez será en el balcón municipal con vistas a la hermosura de plaza Mayor pucelana, abarrotada para escuchar el pregón de las heroicas Valkirias del Pisuerga, luchadoras mar adentro. El uno ministro y el otro, tampoco, se reencontrarán en el lugar del crimen electoral. De ganador a ganador. Uno se llevó la alcaldía y el otro, de rebote, el ministerio que más mola con billetes y con trenes que funcionen. De ganador a ganador. Dos disfrutones en las Ferias de San Lorenzo, que son una eclosión de vitalidad para anticipar la vendimia. Aprovechará Carnero para endosarle el acumulado epistolar que tiene pendiente. Se va a ahorrar unos billetes en sellos de Correos. Cartas desde mi soterramiento, se titula la antología. Puente no acudió el año pasado como ex alcalde, a las puertas de que su duelo dialéctico con Feijóo, que ahora no lo ve nada claro, le encubrara al Consejo de Ministros para ser el ministro que más despunta en lo que le gusta a Sánchez. Cuídate de los idus de Moncloa, Puente. Ya hay quien maniobra para ascenderlo a portavoz en el Congreso, a costa de Patxi López, el mustio, y despejar el gobierno de la omnipresencia del vallisoletano. Pero esa es otra partida que se jugará en breve o tras el congreso de noviembre, preámbulo de las escabechinas regionales. Ahora no ha podido sucumbir a la tentación de acudir como ministro, como seguramente también lo haga Ana Redondo, que fue titular de festejos en sus ocho años de munícipe. Nunca hubo tanto ministro en un pregón. Las Valkirias se lo merecen y Valladolid se merece a estas chicas inasequibles al optimismo. ELF (Empieza La Fiesta).