Diario de Valladolid

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Cada verano es más evidente y más difícil de ocultar que Castilla y León lleva décadas desaprovechando de una manera incomprensible el potencial científico, turístico y de vertebración del medio rural que supone la importantísima y abundante presencia de restos fósiles de dinosaurios en varios provincias de la Comunidad, principalmente en Burgos y Soria. Es tan arbitraria la gestión de este patrimonio prehistórico que cae en la incongruencia total y a nadie se le rasgan las vestiduras por sostener sin enmendar este sin sentido. Porque no me dirán que no se puede calificar de otra manera el hecho de que existen emplazamientos de huellas de dinosaurios que han sido declarados como bien de interés cultural por la Junta de Castilla y León, pero por el contrario carecen de esa misma figura de protección y reconocimiento los yacimientos en los que se están hallando los fósiles de los dinosaurios que dejaron esas huellas hace millones de años. La huella sí, pero el bicho no. Esto es dinofobia y está asentada en la administración autonómica. Otra cuestión incomprensible es que todo lo que tenga que ver con la prehistoria del hombre, incluida la evolución humana y, como no, Atapuerca, está tutelado y protegido por la Consejería de Cultura, donde no pierden la ocasión de colgarse la medalla por los descubrimientos y hacerse la foto en Atapuerca con restos fósiles que pudieran ser de oso cavernario o de cualquier otro bicho. Esos restos, que los hay a paladas, sí estarían amparado porque Atapuerca no sólo es BIC, es Patrimonio de la Humanidad. Pero el rarísimo y antiguo ankilosaurio con armadura corporal descubierto este verano en la comarca de La Demanda de Burgos carece de esa misma protección. Tal es la incoherencia que todo lo que tiene que ver con dinosaurios no corresponde a la consejería de Cultura sino a la de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio. Científicos y estudiantes llegan de toda España y el extranjero a excavar en Salas de los Infantes y la Demanda en vista de los prolíficos yacimientos que desvelan cada año restos de gran valor. De hecho, hay especies únicas en el mundo que se han descubierto por los investigadores del Colectivo Arqueológico Salense, pero para la administración autonómica entran en el mismo saco que la repoblación de truchas en el río Pedroso, que el arreglo de la casa del cura de no sé qué pueblo para convertirla en vivienda joven o cualquiera otra de las múltiples competencias que acumula la consejería de Medio Ambiente. Verano tras verano, año tras año van surgiendo hallazgos que hacen insostenible que Castilla y León no monte en La Demanda un complejo como el de Atapuerca dedicado a los dinosaurios. Razones científicas las hay.

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