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Isabel García

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PUES YA SE ha fumigado Pedro Sánchez a la golfa del negociado del Instituto de las Mujeres. Que no está el horno para gorronas en Moncloa. Muy igualitaria ella para todas. Menos para ella misma y su parienta. Para ellas billetes asgaya. A la Igualdad rogando y la buchaca llenando. Cuánta golfa y golfo cría el género. Un revés para la vallisoletana ministra del ramo, Ana Redondo. Sin ningún género de dudas. No es que el ministerio ande muy católico a pensar y decir del inquilino de Moncloa y sus satélites gubernamentales y orgánicos. Y estas golferías no ayudan nada. Veremos si libra de la próxima escabechina ministerial. En función de los tiempos y temporadas, entran y salen candidatos a ex ministros, que es lo que siempre quiso ser el inigualable Jesús Posada, a decir de sí mismo. A los de Sánchez se les conoce por los ministros del tiempo. Nunca saben el tiempo que les queda. Es una trituradora el tío. Para suplir a la que se enriquecía con el entramado de la Igualdad Redondo, Ana, se ha dejado endosar a una asalariada a tiempo completo de la estructura de Bolaños, el urdidor de casi todo. Una charra de Ciudad Rodrigo, Cristina Hernández, tan aficionada al X, antiguo Twitter de toda la vida, como Óscar Puente, pero mucho menos ocurrente que el de Transportes y movilidades varias. Y la otra de vuelta a Canarias, el camino inverso de la inmigración política. Allí tendrá una hora menos para meter mano a los billetes del contribuyente. Pero se va bien alicatada después de haber pasado el cepillo por un montón de ayuntamientos socialistas para poner los puntos violetas sobre las ‘íes’ de los maravedíes. El caso es que ella y la contraria se han puesto moradas. Hay que ser muy sinvergüenzas para llegar a tanto. Nadie entiende cómo Ana Redondo esperó al consejo de ministros, pudiendo haberla echado hace días a patadas del ministerio. ¡Vaya calaña!