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Leticia Pérez ICAL

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EMPIEZA UNA nueva era del Diálogo Social. O la misma era tras una interrupción de dos años. Ya lo dijimos, los consejeros del ramo son contingentes, pero el instrumento ese inventado en Castilla y León es necesario, como el alcalde de la obra maestra del absurdo del genial José Luis Cuerda. Hemos pasado de La España que madruga a Amanece que no es poco en el lapso de una ruptura de un gobierno bien avenido, a decir de ambos contrayentes. Los hay que ya se están frotando las manos, imaginando que van a poder campar a sus anchas, como lo hicieron en otros tiempos, donde todo el monte era orégano y billetes. Billetes habrá, pero tasados y marcados, para que nadie tenga la tentación de perpetrar un secuestro sobre un instrumento esencial para el desarrollo de Castilla y León. Ya han salido los tahúres, con no menos de dos barajas, y es porque no tienen más manos. Al PP rogando y con el mazo de las PNL dando. Las PNL del PSOE de Alicia Palomo, guardia segoviana en plena eclosión de la política en Castilla y León, las carga el sindicato amigo. No es mala política esa de poner una vela a Mañueco y otra a Tudanca. Sobre todo si eres sindicato de clase y quieres mover los hilos de la oposición, pero sin que se note mucho, sólo lo justo para que se enteren los que tienen que darse por enterados. PNL al canto, mientras el PP lucía soltería de gobierno, arremolinado entre camaradas y capitalistas. Es inaudito que alguien suponga que toda acción de control del ejecutivo se reduce a presentar papeles que se discuten en un hemiciclo, cuyos debates no interesan ni a Cristo. Papeles que además te redactan o inspiran fuerzas extrañas ajenas a la función política, que es la que otorgan los ciudadanos con sus votos. Ya no se sabe si es pura desidia, asco o simple afán por no pegar un palo al agua. A vuelta de verano, no puede esperar más Pollán, hay que colocar un gran neón en la fachada de las Cortes: «Trabajar y morir, lo último».