Diario de Valladolid

Editorial

VOX deja en manos de Mañueco la estabilidad del gobierno de la Junta

Santiago Abascal

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Santiago Abascal es un tipo de palabra. Lanzó un órdago para romper los gobiernos autonómicos, entre ellos el de Castilla y León, con el que se estrenó VOX en la senda institucional, y lo ha consumado. Aunque seguramente no sea consciente, o sí, Abascal, que en este caso mantener la palabra es lo más cercano a la ruina política, al menos en Castilla y León, donde nadie entiende la ruptura de un gobierno de coalición del que llevan felicitándose meses, con el broche del debate de política general, celebrado apenas hace quince días. ¿Qué ha cambiado en Castilla y León? Nada ¿Qué ha cambiado? Que VOX y PP han intensificado su guerra tras las europeas a cuenta de la errática política migratoria del PSOE. Curioso que el beneficiado de sus errores vaya a ser Pedro Sánchez, sembrando una guerra civil cruenta e impredecible en el centro derecha. Sánchez siempre sale beneficiado de cualquier refriega, incluso las que más le acosan.

Un asunto de política general y estatal no es argumento suficiente para destruir un gobierno de coalición en una comunidad como Castilla y León. No lo entiende nadie. Pero principalmente no lo entienden los suyos en Castilla y León, tal y como ayer expresaron sus consejeros en el último consejo de gobierno al que asistieron antes de hoy presentar sus dimisiones. El partido acabará saltando por los aires. Porque decisiones de este calibre no pueden tomarse de forma impulsiva y sin explicarlas y razonarlas a los afectados. Y los afectados son los que llevan casi dos años y medio dando la cara en el ejecutivo de la Junta y en el parlamento autonómico.

Los realidad social de Castilla y León nada tiene que ver con Madrid o Valencia. Por eso el votante de VOX va a entender con dificultad que se salga de un gobierno por la acogida de 21 niños inmigrantes. Una acogida que en ley le corresponde a Castilla y León y que procede de antes del pacto con VOX. El PP no ha defraudado ni una sola línea de ese acuerdo. VOX sí lo hace al romper por lo que parece más un capricho que una necesidad. A partir de ahora VOX perderá foco en Castilla y León. Se refugiará en las Cortes y tendrán poco margen de maniobra. Si para castigar al PP se le ocurre alinearse con el PSOE en las votaciones, aunque sea involuntariamente, entonces habrá encontrado su mármol y su día electoral. Todo incomprensible. Ahora a Mañueco le corresponde la responsabilidad de garantizar la estabilidad del gobierno. De un gobierno monocolor y en solitario, que es lo que siempre ha querido. Y si no puede hacerlo, no le queda otra que ir a elecciones, de la misma forma que fue hace dos años y medio.

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