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Estos días se ha mezclado la situación de León con la de Soria gracias a que los socialistas de Castilla y León carecen de liderazgo y por tanto caminan sin discurso claro sobre el Lexit y sobre otras muchas cosas. Pero no tienen mucho que ver la situación de una y otra provincia salvo los problemas comunes a casi toda la comunidad autónoma, con la despoblación como el principal. Donde hay total ausencia de coincidencia es en plantear una vida al margen de Castilla, por muy poco sentimiento de pertenencia que exista, según dicen. Tampoco es comparable el nivel de inversiones en infraestructuras del Estado y de la Junta en una y otra provincia. Y nadie en Soria ha planteado en serio la posibilidad de separarse de Castilla y Léon para unirse a Aragón o a La Rioja y menos para formar una autonomía uniprovincial. En León sí hay quien lo pide y quienes defienden el Lexit están convencidos de que les hubiera ido mejor por libre o incluso formando Comunidad con Asturias. El futuro no se puede predecir y la ucronía está bien como género literario. Sí se puede ver ejemplos históricos. En la formación de las comunidades autónomas, de Castilla se marcharon por su cuenta Cantabria y La Rioja antes de terminarse la configuración del mapa autonómico a principios de los años ochenta del siglo XX. Los tres territorios citados estaban reduciendo su aportación al PIB español desde 1955 y solo La Rioja consigue cambiar la tendencia. Había pasado de una participación del 0,69% en 1955 al 0,59 en 1975, que creció al 0,65% en 1985 y se situó en el 0,70% en 2022, según datos de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, Fedea. Es un caso de éxito, pero también es la economía más pequeña. En el caso de Cantabria, su retroceso es constante desde 1955, cuando representaba el 1,64% del PIB español, hasta quedar en el 1,14% en 2022, tendencia que no cambia la autonomía. Castilla y León, con un peso mayor, pasa del 6,97% de 1955 al 4,72 de 2022. Tomando como referencia 1985, año en que los tres territorios eran ya autonomías diferentes, la aportación al PIB de Castilla y León se reduce casi un 18% mientras la caída de Cantabria supera el 20%. Por contra, en La Rioja crece un 7%. Argumentos para unos y para otros, pero no parece que la autonomía cambie mucho las tendencias. Quizá conviene tomar también como referencia a Asturias, por su cercanía con León y que estos días se ha señalado como posible compañera de viaje de los leoneses. Sin olvidar que ninguna autonomía española se empobrece, sino que todas han aumentado su riqueza, los datos de Asturias reflejan una clara pérdida de peso relativo en España. Pasa de una aportación del 3,42% en 1955 al 1,86% de 2022, lo que supone una reducción de más del 45%. La caída entre 1985 y 2022 es del 35%. Cada uno interpretará lo que considere o lo que quiera, pero los datos parecen apuntar más a a factores económicos que a estar en una autonomía otra.