Diario de Valladolid
Tromba de agua en Valladolid.

Tromba de agua en Valladolid.ICAL

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Sería un asunto de interés público que los políticos dejaran de decir paridas. Incluso en Twitter. Sobre todo en Twitter, que se está convirtiendo en un sumidero de paridas, con riesgo habitual de diluvio. Esto viene a cuento de que el otro día llovió en Valladolid, como si alguien arriba hubiera decidido desembalsar todo el agua de un Riaño celestial. Cuenta que hasta fue visto un tipo harapiento con la barba por los tobillos, muy ufano y atrabiliario, metiendo en un arca bichos en parejas heterosexuales para que, llegado el caso, pudieran consumar la cópula. Cayó el cielo líquido sobre nuestras cabezas. Pues todo lo que se le ocurrió a algunos fue sacar el comodín de la integración porque los túneles se llenan de agua cuando llueve lo que no está en los escritos. Coño, los túneles, y el parking de la plaza mayor. Es una cuestión física, no metafísica. Es el ejercicio libre de la ley de la gravedad combinado con el desnivel de las cotas. Eso que hay en el Tourmalet cuando los ciclistas empinan el cielo y les pesan más las piernas que la bici. Esto lo comprenden hasta los políticos que todavía sospechan que la tierra es plana, con vaguadas, como el centro comercial ese de Madrid, que así se llama por hallarse en la zona más honda de un valle. Lo de dejar de decir paridas es extensible al común de los mortales de la política. Para que no se dé por aludida la vicealcaldesa de Carnero, María Irene Carvajal. Ni el que siguió la linde, Alberto Gutiérrez Alberca, menudo lince. Para ser el de movilidad, su departamento se mueve menos que la estatua del conde Ansúrez. Conclusión. Hay que ponerse a trabajar un poquito y dejar de decir paridas, sobre todo climatológicas. Si no es por nada. Es simplemente porque los súbditos no tienen la obligación de estar sometidos a los ridículos de sus mandatarios. Que luego van a la playa y los señalan y se mofan: Ahí va ese de Valladolid, cuyos concejales inundan X de paridas de índole bíblico cada vez que arrecia. También la lluvia.

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