Episodio 7. Tristeza de Mañueco
RING, RING. Suena el teléfono en el despacho de Mañueco. "¡Dígamelo!". "Qué pasa, Fonso, que no sé de ti desde hace una temporada!". "Caray, Pedro, ni yo de ti. Estoy aquí preparando el debate de política general, ese que vosotros llamáis del estado de la nación. Es un tostón, pero hay que hacerlo. Fíjate que no interesa ni a los procuradores, que se dedican a jugar al Candy Crash cuando arengamos". "Anda, ese quiero hacerlo yo ahora en julio para despedir el curso. Otro curso que paso limpio de polvo y paja. No me tumban ni con la Brunete. A este paso echan abajo ante el Valle de los Caídos que a mí", responde muy risueño Pedro Sánchez desde una estancia de Moncloa.
"Pues fíjate yo", replica Mañueco. Para añadir: "Nunca dejaré de agradecerte, Pedro, la placidez de la oposición que me brindas. Tú sí que eres un amigo y no algunos de mi partido, que dan más digustos que cerezas en Corullón. Ya lo dice nuestro eslogan: Castilla y León es vida. Lo vamos a adoptar para el gobierno y el grupo de parlamentario y lo vamos a poner a la puerta de las Cortes, con permiso de Pollán, que ya sabes que es muy ceremonioso para esto de las enseñas y banderas. Pero se lo decimos a un par de uniformados que lo estampen y se cuadra, impasible el ademán". "Pues no sabes cómo me alegro, Fonso, que te vaya tan bien. España va bien, y para muestra un Mañueco, digo a los míos en cada consejo de ministros". "Oye, Pedro, ¿pero no ibas a hacer limpia en el gobierno y el aparato?". "Todo se andará de aquí a finales de año. Ahora es que he andado algo enfangado con las cuitas de la Bego, ¡qué mujer! ¡Qué carácter! ¡Qué cartas de recomendación!". "Pedro, te dejo, que tengo que repasar un par de asuntos. Estoy triste, que deja el nido De la Hoz, a hacer las Bruselas. Está más feliz que un ministro. Y me alegro. Pero me da morriña, que lo he criado a mis pechos, como un corderillo con piel de lobo. Abrazo, Pedro". "Nos vemos, Fonso, recuerdos a Igea". "De tus partes se los daré".