Diario de Valladolid

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El actual panorama está raro, raro, raro como hubiera dicho el padre de Julio Iglesias. Pues los tiempos nuevos se precipitan de un modo tan extraño que ya ni el Santo Padre de Roma sabe por dónde anda y dice cosas que le siguen causando disgustos difíciles de enmendar. Pidió a los señores obispos, quizá en tono de broma, que no admitan homosexuales en los seminarios porque “ya hay demasiado mariconeo” y después se arrepintió de haber hablado sin pensarlo dos veces y sin haberse encomendado al Espíritu Santo para que ilumine sus alocuciones. Ni el Rey Felipe VI se libra de la quema. Le salpican asuntos propios y familiares, legendariamente humanos y mundanos, que también tienen que ver con la Reina Doña Leticia y con la familia de la Reina y con los hipotéticos amantes de la Reina y con esa abuela a la que dicen las malas lenguas que en su pueblo llamaban La Patatína. Abuela y nieta, por lo visto, sostienen las mismas aficiones porque los genes mandan, es ajeno a las dos: a ambas les gustan los medios de comunicación. Otras aficiones están por definir. Y hasta el Presidente del Gobierno tiene encima losas, pesadas y abundantes. Se le nota desquiciado con tanto alboroto y con tanto fango enfangado por los “puñeteros” periodistas que insisten en los asuntos de Begoña y andan erre que erre, revolviendo la escoria nauseabunda… y todo eso porque dicen, que está siendo investigada – antes se decía imputada – por un juez que supongo justo y prudente, y que, de momento, está mirando con lupa si lo que hizo esa señora es constitutivo de delito. Lo de dirigir una cátedra sin tener título adecuado es otro cantar.

Viendo todo esto y analizando con detenimiento la gestión y declaraciones de Óscar Puente - nunca su rostro y tampoco sus ademanes, por supuesto, ni recordando los alaridos que daba cuando rompió la pierna en Valladolid - me pregunto si es que será verdad que definitivamente el hombre procede del mono - tal vez del bonobo, o chimpancé pigmeo - o quizás es que todavía somos “primates” en plena evolución que nos creemos seres humanos. Cuando llegue el año 4856 o el 5024 los habitantes de La Tierra, si es que de aquella hay planeta Tierra y en el planeta habitantes - mirando desde el prisma que ofrecerán los siglos y milenios - sabrán, seguramente, si los que vivíamos en el año 2024 ya éramos humanos o si todavía no lo éramos del todo…y cuando lean mis versos y las columnas que escribo en los periódicos se darán cuenta de que al menos yo pensaba en esa posibilidad.

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