Siete poetas para un río

Siete poetas para un río. Hay dos maneras de llevar a feliz término una obra pública. Requisito indispensable: que sea necesaria y útil para el ciudadano. Segundo trámite: que se lleve a cabo con cierto sentido de la belleza. Es decir, que el puente, la raqueta o el ensanche impliquen una proximidad, un interés cultural, o un rechazo que para gustos se hicieron los colores.

Hablo de un asunto que he leído en este periódico: la puesta en marcha del proyecto de ampliación del puente del Poniente en Valladolid. Una obra necesaria porque la saturación del tráfico ya es en sí una demanda. Hágase, pues expertos tiene el Ayuntamiento para resolverlo. Lo que me interesa de esta remodelación es el objetivo escultural que se ha bautizado como «Siete poetas sobre el río Pisuerga».

He visto en imágenes el proyecto, y me parece ambicioso. Razones. Por primera vez esta ciudad, dividida en dos por el río, contará con un elemento integrador que dejará atrás ese dichoso adagio que hace del Pisuerga una excusa para hablar de cualquier cosa. Lo que de entrada sugiere es que van a cambiar las cosas.

No se habla de fulanito de tal como poeta, sino de 7 poetas para cambiar el signo de los dichos y de los hechos como realidad cultural. En Valladolid hay cientos de buenos poetas para abarrotar calles y ensanches. Se habla de 7 poetas que cada conductor, viandante, o paseante, podrá nominar a su albedrío porque la poesía, como todo arte, respira en una belleza libre o no es. Y para esto nada tan mágico y sugerente como el número 7 emergiendo de las aguas de un río que nos lleve a desembocaduras creativas y placenteras. Pocos como Jaume Plensa lograrán esta conjunción y destino sobrevolando una realidad tan agobiante.