De la Hoz, símbolo de una era
CAMBIARÁN DE nombre las Cortes de De la Hoz y Pollán. El portavoz del PP en la ‘era Mañueco’ emigra a Europa. Bruselas. Allí la política está mejor pagada que el lúpulo. Premio de Mañueco a uno de sus más leales de todos los tiempos de Mañueco. Lleva más tiempo en las Cortes que el hemiciclo nacarado. Anidó en Fuensaldaña. Para tranquilidad de Mañueco ha pastoreado con destreza el legislativo en los convulsos tiempos de un PP sin rodillo y con allegados en el gobierno de la Junta. Y eso no tiene precio. Para todo lo demás, Bruselas y su delirio parlamentario. Cinco años de contrato a razón de 240.000 anuales, y gastos ‘pagos’. La Europa de los espléndidos. Un cuarto de siglo. Y parece que Fuensaldaña fue ayer. Mañueco sitúa a uno de los suyos, después de la orfandad dejada por Agustín Díaz de Mera, último de la estirpe en el europarlamento. Feijóo atendió su consejo. Huérfano queda el rebaño de las Cortes. Los dos rebaños que De la Hoz trashumaba con la virtud de un mastín, recio pero consecuente, el suyo y el del socio. Es un síntoma de que se va agotando el mandato y en septiembre entraremos en una precampaña de un año que nos llevará a los comicios de finales del próximo. Pese a su apariencia de retórica áspera, ha ejercido como hábil negociador y diligente estratega, interpretando el papel que le correspondía en cada momento. Dialogante habitual, fiero circunstancial. Nunca indiferente. Exceso de contundencia en la oratoria y el gesto, siempre ha encontrado el equilibrio para que la sombra alargada de dos ejecutivos de coalición encontrasen el encaje necesario en el legislativo, donde reside la soberanía presupuestaria y normativa, y de donde brotan los gobiernos. Con De la Hoz se va una esencia de ese PP implacable en Castilla y León. Ganar en política es gobernar. Lo demás cuentos chinos y lloriqueos, dice Puente. Se ha visto llorar al mayor de los letrados en uno de esos pasillos kilométricos, como un huerfanito.