Es hora de redoblar esfuerzos para poner freno al dañino tabaquismo
A PESAR de la notable disminución en el consumo de tabaco en Castilla y León durante los últimos quince años, la presión para arrinconar este hábito ha sido insuficiente, como lo prueba el hecho de que buena parte de los fumadores se han aficionado al tabaco de liar como sucedáneo de los cigarrillos, en vista del alto coste que han ido adquiriendo las cajetillas. Las estadísticas de venta de tabaco tradicional, en paquetes de veinte cigarrillos, pueden sugerir una victoria parcial en la lucha contra el tabaquismo, pero una mirada más profunda revela el preocupante ascenso del tabaco de liar, especialmente entre los más jóvenes. También es sintomático que a pesar del notable aumento en el precio del tabaco aún exista un alto número de fumadores en la Comunidad. Las cifras de ventas han bajado, pero aún así se venden más de cien millones de cajetillas al año en Castilla y León y, en total, el hábito de fumar deja una facturación superior a los 627 millones de euros entre cigarrillos, tabaco de liar, puros y puritos. La adicción a fumar está muy arraigada y las campañas antitabaco que se basan en anuncios esporádicos o políticas que no dan la verdadera medida del problema son claramente insuficientes. Es necesario diseñar y aplicar una estrategia integral que sea permeable a cada rincón de la sociedad, comenzando desde las aulas y alcanzando a todos los espacios públicos. El mensaje debe ser claro y sin ambigüedades: fumar es perjudicial y lo es para la salud del fumador, para la de las personas que le rodean y supone un coste insolidario con el resto en términos de salud pública. El tabaquismo genera un grave impacto en la sanidad, ya que las enfermedades relacionadas con el tabaco no solo acaban con vidas, sino que también consumen recursos vitales que podrían destinarse a otros servicios esenciales. Cada euro gastado en tratar enfermedades relacionadas con el tabaco es un euro que no se invierte en educación, en infraestructura o en bienestar social. Por tanto es hora de redoblar esfuerzos. Las campañas deben ser más agresivas y visibles. Deben educar sobre los riesgos del tabaco de liar, que muchas personas erróneamente perciben como una alternativa más saludable. Se necesitan políticas más estrictas sobre la venta y consumo de tabaco y una regulación más rigurosa de los espacios libres de humo. Las instituciones públicas deben colaborar estrechamente con organizaciones no gubernamentales, expertos en salud y la comunidad educativa en un frente unido contra el tabaco. Castilla y León tiene la oportunidad de ser un ejemplo a seguir en la lucha contra el tabaquismo. La salud de las futuras generaciones depende de ello.