Diario de Valladolid

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ECOLOBOS 2030. Los múltiples atropellos de la UE contra la agricultura en general, y contra la española en particular, no caben en este rincón de las pinceladas. Ahora que estamos en elecciones, los mercaderes, los funcionarios, y los políticos de la agenda 2030 –artífices del hundimiento de la agricultura continental– parecen algo más dialogantes. ¿Por qué será?

Se lo pregunté a un conocido político, que lleva años legislando en el parlamento europeo: ¿Será por las manifestaciones de los agricultores? Su señoría me respondió como un escorpión de cola gorda: «¡Eso es canturreo de grillos!». ¿Será entonces porque se tambalean algunos sueldazos, privilegios e impunidades legislativas? Y entonces me respondió como un ecolobo 2030: «Tampoco nos preocupa lo más mínimo».

Pero algo les preocupará. Tanto como la comparativa, que hace tres días, lanzó el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, en el plenario del Comité de las Regiones de la Unión Europea en relación con la polémica del lobo: «El peligro de extinción son los ganaderos de Castilla y León, no sólo por los ataques (de los lobos), sino por otras muchas trabas e imposiciones que les vienen desde el Ministerio y desde Bruselas».

Y aquí está el quid de la cuestión. Estos animalistas de cartabón y sueldos estratosféricos, viven para legislar en defensa del lobo y en contra del agricultor. Se han convertido en ecolobos 2030. Son los relatores de un cuento perverso en el que Caperucita es la nazi exterminadora y el lobo la víctima celestial. O sea, que hemos llegado, filosófica y progresivamente hablando, a lo que tanto temían los clásicos, Erasmo o Hobbes: «Homo hómini lupus»: el hombre no es más que un lobo para otro hombre.

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