Diario de Valladolid

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En la Baja Edad Media, después del cisma de Occidente, en medio de la progresiva desintegración intelectual de la Cristiandad, las repúblicas que constituían parte del territorio italiano basculaban entre el apoyo a uno de los dos poderes políticos y espirituales de la época. Unos eran los güelfos, partidarios del Papa reinante. Este grupo político, a su vez, se dividía en güelfos blancos y güelfos negros. Los güelfos blancos estaban constituidos por el conjunto de familias abiertas y proclives a fuerzas económicas y sociales populares, perseguían la independencia política de su territorio y defendían una mayor autonomía del papado, rechazando que asumiera el gobierno sobre los asuntos temporales. Los güelfos negros representaban los derechos de las clases potentadas del territorio, estaban vinculados por intereses económicos al papado y promovían la ampliación de la jurisdicción romana a otras regiones. Por el contrario, los gibelinos eran los partidarios cerrados del emperador.

Sus luchas por alcanzar el poder eran titánicas. Se llevaban por medio a quien se pusiera por delante, fuera papista, republicano o cortesano. Un personaje de la época que estuvo metido de lleno y afiliado a uno de estos partidos, fue Dante Alighieri. Este extraordinario autor que conocemos por haber escrito una de las obras cumbres de la literatura medieval, “La Divina Comedia”, dejó rastro en ella de las disputas entre güelfos y gibelinos por el poder territorial y político en uno de los círculos de la gehena. No deja de llamar la atención hoy día que la estructura de esta obra estuviera dividida en tres partes, Paraíso, Purgatorio e Infierno, lo que se conoce con el nombre de postrimerías, conceptos que a algunos les hace sonreír y a otros reflexionar.

Se acercan varias contiendas electorales. La primera y la segunda son las autonómicas vascas y catalanas. En ellas hay partidarios de la independencia vasca y catalana. Y dentro de estos, también, hay diferentes facciones. Unas a favor de una ampliación de la autonomía que les conduzca con alfombra roja a la independencia. Otras, prefieren la declaración inmediata de la independencia a sabiendas de las consecuencias legales perjudiciales que ello les comporte. Para contrarrestar estas fuerzas centrífugas, se posicionan otras formaciones defensoras de la Constitución Española en sus distintas formas. Toda una proeza. Como se puede observar, después de tantos siglos, los posicionamientos políticos plasmados en tendencias o partidos no han cambiado tanto para conseguir el mismo objetivo.

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